El BBVA afronta otra semana complicada en medio del escándalo sobre las supuestas escuchas ordenadas al excomisario de policía José Manuel Villarejo cuando aún presidía la entidad Francisco González, que se resiste a dimitir como presidente de honor del banco y de su fundación.
El escándalo de los pinchazos telefónicos a una larga lista de personalidades españolas ha sido de tal magnitud que no solo preocupa a la actual cúpula del banco, deseosa de distanciarse todo lo posible y limpiar su reputación, sino que el Gobierno espera una pronta depuración de las responsabilidades relacionadas con el caso.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, se expresó en esta línea el pasado jueves, al tiempo que aseguró que el Banco Central Europeo no les había trasladado preocupación por el BBVA, aunque algunos medios aseguraban que la institución pedía el cese del exbanquero, conocido como FG en círculos financieros.
El nuevo presidente del banco, Carlos Torres Vila, aseguraba a principios de semana en una carta remitida a la plantilla que actuaría "con la contundencia necesaria"
El nuevo presidente del banco, Carlos Torres Vila, aseguraba a principios de semana en una carta remitida a la plantilla que actuaría "con la contundencia necesaria" para investigar las relaciones del banco con el excomisario Villarejo, que se ha convertido en su prioridad y la de su equipo.
Torres Vila se mostraba "escandalizado" con las informaciones que empezaron a aparecer en los medios el pasado 9 de enero, pocos días después de que él accediera al cargo, y añadía que "de ser ciertas" se trataría de "conductas muy graves, deplorables" y "diametralmente opuestas" a los valores de la entidad, a lo que es y representa.
Investigación
El que fuera consejero delegado del BBVA desde mayo de 2015 recuerda, además, que la entidad inició "ya el pasado junio" una investigación sobre las primeras informaciones, que decían que el banco había contratado y pagado varios servicios al Grupo Cenyt de Villarejo. Estos y otros datos surgían en el marco de la investigación de uno de los sumarios en los que está implicado el excomisario, el llamado caso Tándem.
Entre la documentación en poder de la Fiscalía Anticorrupción, constan una serie de pinchazos y operaciones de seguimiento que sitúan el inicio de las relaciones entre el BBVA y Cenyt en 2004, cuando Sacyr pretendía tomar el control de la entidad con el apoyo del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
la empresa del excomisario habría hecho un seguimiento del expresidente y el exvicepresidente de la CNMV, Manuel Conthe y Carlos Arenillas
En esas conversaciones se incluye una del exjefe de seguridad del BBVA Julio Corrochano en la que asegura que el "presi" le llama cada diez o quince días, por lo que González estaría al corriente de todo.
Además de pinchazos telefónicos, entre ellos a la exvicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega, la empresa del excomisario habría hecho un seguimiento del presidente y el vicepresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) entre 2004 y 2007, Manuel Conthe y Carlos Arenillas.
"Operación Trampa
Tras salir a la luz estos y otros datos, la Policía examina toda la información al respecto y la Fiscalía Anticorrupción permanece a la espera aunque haya abierto ya la "operación Trampa", una pieza separada del denominado caso Tándem.
También se pronunciaba esta semana al respecto uno de los supuestamente espiados, el exministro Miguel Sebastián, exjefe del servicio de estudios del BBVA y antiguo responsable de la oficina económica de Zapatero, quien habría jugado un papel clave en el intento de Sacyr por controlar el BBVA. Sebastián, enemistado con González, anunció que estudia con sus abogados acciones legales contra el exbanquero y aseguró que "la guerra ha comenzado".
Sebastián, enemistado con González, anunció que estudia con sus abogados acciones legales contra el exbanquero
Por su parte, Zapatero admitía esta semana que se sentía "estupefacto" y "preocupado" por el país ante las informaciones relacionadas con la supuesta contratación de Villarejo por parte del BBVA en 2004 para, entre otros asuntos, espiar a miembros de su Gobierno.
Mientras tanto, Francisco González continúa como presidente de honor tanto del BBVA como de la fundación del banco, lo que le da derecho a su propio despacho en la planta noble del Palacio del Marqués de Salamanca, propiedad del grupo, además de secretaria y chófer privado.