NI los 10.300 millones de euros más que ha ingresado el Estado hasta julio en el IRPF por la inflación ni las recomendaciones de fiscalistas y expertos, algunos, cercanos al PSOE, ni el ejemplo de Alemania ni de comunidades socialistas como la Valenciana o Navarra ya desde 2021, o el voto a favor de su partido en el País Vasco mueven un ápice al Gobierno, que no deflactará la tarifa del IRPF y ha dedicado este jueves buena parte de la presentación adelantada del paquete de medidas fiscales a argumentar que es una medida regresiva. Tampoco la confesión in extremis de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que en la noche del miércoles trasladaba en TVE que había pedido a Hacienda que deflacte la tarifa para rentas bajas ya que cree que es la medida más eficaz.

De estos 10.300 millones adicionales, la propia Agencia Tributaria ya reconoce que 7.349 extra se deben directamente a la subida de retenciones de asalariados y pensionistas por la inflación. Esto se debe a que con la subida de precios y el incremento nominal de las rentas, trabajadores y pensionistas saltan a un tramo del impuesto más alto y pagan más impuestos, a pesar de que su poder adquisitivo se reduce.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez se mantiene en su tesis y sólo ofrece, ante la presión del PP en la batalla fiscal que libran, una rebaja del IRPF para rentas bajas actuando en la reducción de rentas del trabajo y para autónomos en sus retenciones con un coste de 2.000 millones.

Hacienda ha decidido actuar sobre una reducción que genera distorsiones y saltos, lo que una rebaja similar de Cristóbal Montoro en 2018 acrecentó, y que lleva a contribuyentes de rentas bajas a tener marginales muy elevados. Desde el Ministerio apuntan que esto se ha solventado.

A la espera de ver el texto del proyecto de ley, José Félix Sanz, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, interpreta de la información que ha ofrecido Hacienda este jueves que "parece que pretenden extender la actual reducción por rentas del trabajo hasta los 21.000 euros", lo que advierte de que es "el mecanismo más ineficiente para reducir impuestos porque genera importantes distorsiones".

Pone de ejemplo que actualmente esta reducción dispara el tipo marginal efectivo de los contribuyentes entre 13.115 euros y los 16.825 euros hasta el 60%, frente al 24% que sería su tipo marginal nominal. Es decir, a los contribuyentes entre 13.115 y 16.835 euros la reducción casi les triplica el tipo marginal que soportan sus rentas". 

Por otro lado, añade, "cuando se estudia a ese colectivo de contribuyentes, se confirma econométricamente que los trabajadores tienden a generar "un hueco" en la distribución de la base liquidable. Es decir, se detecta, con significatividad estadística, que los contribuyentes afectados evitan ubicarse en el tramo descendiente de la reducción (phase out)  porque el tipo marginal es descomunal. Es decir, se generan importantes distorsiones".

Las rentas bajas cargan con la mayor parte de la subida

Sanz lleva alertando desde 2021 del impacto creciente de la inflación en el IRPF. Sólo el IPC con el que cerró 2021, del 6,5%, ha supuesto 4.110 millones más en la Campaña de la Renta que se ha celebrado esta primavera, según sus cálculos. De este montante, las rentas medias y bajas han cargado con la mayor parte, en concreto, con 2.600 millones de euros,y con hasta 253 euros más de media por declaración.

Si se tiene en cuenta a los contribuyentes con rentas medias-altas, el montante total de rentas bajas, medias y medias-altas es de más de 3.500 millones que deberán pagar de más, mientras que las rentas altas sólo soportarán un alza de poco más de 500 millones, por sólo 20 millones en el caso de las muy altas. Es el desglose por tramos del impacto de la inflación

Se trata de la progresividad en frío fenómeno muy conocido por los economistas, que tiene la peculiaridad de pasar relativamente desapercibido ya que supone una subida de impuestos encubierta que no necesita de anuncios ni iniciativas legislativas por parte del Gobierno y que no tiene coste político. Es decir, la inflación incrementa la factura fiscal de los contribuyentes sin que explícitamente se tengan que subir los tipos impositivos u otros elementos estructurales del impuesto.

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