Después de sufrir unos 20.000 millones en desinversiones durante 2012, este año se podrían conseguir más de 12.000 millones en inversiones productivas, según estimaciones de fuentes cercanas al Gobierno.
El Ejecutivo maneja previsiones bastante optimistas para la inversión directa foránea después de haber padecido una fuga de este tipo de inversores durante 2012. Y hoy viernes adelantará datos que apuntarán en este sentido.
Aunque en 2011 las cifras no fueron tan malas por la compra de Iberia, el pánico de los mercados y una economía permanentemente en recesión provocaron en 2012 un repliegue generalizado de los capitales foráneos.
Sin embargo, una vez que Mario Draghi aseguró la deuda pública española, gradualmente se produjo un cambio de expectativas. Y poco a poco la garantía del BCE se tradujo en una recuperación de la inversión extranjera en productos financieros y, por consiguiente, en la prima de riesgo.
Durante los primeros meses del año, se observó la llegada de fondos buitres en busca y captura de chollos en las carteras de los bancos, como Apolo, Blackstone, Cerberus, Fortress, o Centrebridge. Y ahora lo positivo es que la inversión se está extendiendo a otros sectores distintos del sector financiero y el inmobiliario. Entre ellas, los expertos ya apuntan incluso a algunas relocalizaciones impulsadas por las ganancias en costes salariales y flexibilidad, tal y como ha ocurrido en el sector del automóvil y en el textil.
Inversiones con objetivos a más largo plazo
Estas inversiones aquí recogidas no son financieras, es decir nada de compras de cartera como participaciones en empresas, capital riesgo, acciones o bonos que luego se pueden escapar con suma rapidez en cuanto ven las orejas al lobo por un simple cambio de humor en los mercados. Más bien al contrario, éstas van directas en vena a la actividad económica porque se usan con el fin de abrir una fábrica, establecer una filial o contratar gente. Tardan más en llegar, tienen unos objetivos a más largo plazo y más vinculados al rendimiento de la economía y, por lo tanto, también tardarán más en irse. En definitiva, constituyen apuestas por una mejora de la economía. O por decirlo de otro modo, implica que haya unos inversores dispuestos a poner su dinero porque creen que se ha tocado un suelo en los precios y que más adelante se podrá obtener una rentabilidad razonable por ello.
Aunque todavía incipiente y siempre sujeta a cierta volatilidad, ya se percibe el círculo virtuoso que busca el Gobierno: de ordinario, la economía española siempre ha salido de las crisis con una devaluación de la moneda que elevaba la competitividad y, finalmente, atraía la inversión, lo que a su vez reactivaba el ciclo económico. Por el momento, la competitividad se ha estado ganando a golpe de hachazo a los costes laborales, lo cual ha fomentado un aumento de las exportaciones incluso cuando la actividad exterior se contraía. Tan sólo faltaba la recuperación de la inversión extranjera directa. Otro debate distinto y sobre el que hay división entre los expertos es si ésta será suficiente para tirar de verdad con fuerza de la economía.