El primer ministro italiano, Mario Monti, el presidente del BCE, Mario Draghi, y el presidente francés, François Hollande, presionan a Mariano Rajoy para que solicite ya el rescate. Y precisamente eso van a tratar hoy en una reunión a solas Monti, Hollande y Rajoy en medio de la cumbre ‘5+5’ entre países del norte y del sur del Mediterráneo en Malta.
Sin embargo, el presidente español pretende resistirse como gato panza arriba. El Ejecutivo popular considera que los italianos tienen acumulados muchos vencimientos en diciembre, un muro imposible de sortear si las tensiones de los mercados se recrudecen.
Agobiados por toda la deuda que han de cubrir antes de que acabe el año, los italianos Monti y Draghi prefieren que España sea rescatada cuanto antes, eso calme los mercados y aleje de Roma el horizonte de una intervención europea. Algunos miembros del entorno de Rajoy opinan que el presidente del BCE está enseñando ‘los colores azzurri’ y busca, sobre todo, proteger los intereses de su país.
Apretar los dientes y aguantar
De modo que la estrategia de nuestro Gobierno en esta complicada trama consiste en apretar los dientes y aguantar hasta el momento en que pueda parapetarse tras los transalpinos. “A unos cuatrocientos puntos de prima se puede soportar durante bastante tiempo. Rajoy está jugando muy bien sus bazas. Incluso está diciendo a los socios europeos que ahora tiene elecciones y que no puede arriesgarse a perder más capital político, necesario para aplicar las reformas”, sostiene una fuente conocedora de las negociaciones.
Si España llega a mitad de noviembre sin acudir al rescate, los transalpinos no podrán afrontar sus vencimientos
Si los españoles logramos llegar a mediados de noviembre sin acudir al rescate y retornan los ataques de los inversores, entonces los italianos no podrán afrontar sus vencimientos y ellos también tendrán que acogerse a un plan de asistencia. Sólo que los dos países juntos representarían una carga tan insalvable que la UE se vería obligada a replantearse su disciplina y aflojar la severidad de las medidas.
El inminente riesgo de ruptura del euro permitiría al BCE actuar con más libertad comprando deuda soberana para reducir la brecha de financiación existente entre las naciones del norte y la periferia. Una vez en el mismo saco que Italia y con prácticamente media eurozona rescatada, España podría negociar unas condiciones menos exigentes.
Pero Rajoy no lo va a tener fácil. Por un lado, los mercados pueden apretar las tuercas en cualquier momento y doblegarnos. Por otro, el presidente Hollande también se muestra partidario de que España tome el salvavidas, pues sin Italia ya no contaría con un cortafuegos que los aísle de los vaivenes. “Francia es Italia. Los galos mantienen muchas inversiones en el país de la bota y serían arrastrados tan pronto como caigan los italianos”, asegura una fuente próxima al Gobierno.
Alemania no es de fiar
Para colmo, en la Moncloa creen que ya no se pueden fiar en absoluto de los germanos tras la declaración de Helsinki. En un comunicado, Alemania, Holanda y Finlandia dinamitaron la semana pasada todos los acuerdos del Consejo Europeo de junio y exigieron que España asuma las pérdidas causadas por los activos tóxicos de su sistema bancario.
El supervisor bancario se ha estancado porque los tudescos no quieren que el BCE inspeccione sus cajas
En principio, el fondo de rescate permanente, el Mede, iba a tomar la deuda contraída por España para recapitalizar las entidades, anotársela en sus cuentas y quedarse con las participaciones en los bancos y sus posibles pérdidas. Pero ahora la aprobación del supervisor bancario único europeo se ha estancado, en parte porque los tudescos no quieren que el BCE inspeccione sus cajas. Esta supervisión era imprescindible para que Berlín pudiese controlar las inyecciones que presta, así que el Gobierno español tendrá que apechugar con los quebrantos.
Y por si no lo tuviera ya difícil, Rajoy dependerá de si Moody’s rebaja la calificación crediticia de España a bono basura, lo que casi seguro provocaría el salvamento 'ipso facto'. De hecho, obligaría a cambiar toda la legislación de la noche a la mañana para que se acepten bonos españoles.
En el arduo juego de poderes de Europa y con varias elecciones autonómicas de por medio, Mariano Rajoy ha encontrado, fiel a su estilo, la estrategia que mejor puede servir a España: una carrera de resistencia para evitar la intervención en dura pugna con Italia. ¿Podrá llevarla a cabo?