Mercados

Los gestores retrasan su apuesta por la deuda española al dudar del plan de Draghi

Los gestores de renta fija están ansiosos por comprar deuda española por la rentabilidad que ofrece. Esperan agazapados y con la cartera llena pero el temor a que el plan de compras del BCE fracase retrasa su entrada. 

Comprar deuda española es un negocio seguro si el BCE interviene en el mercado secundario. Adquirir bonos o letras hoy sabiendo que la potente mano de banco central comprará lo mismo en el corto plazo es una garantía segura de que el activo se revalorizará. Los gestores de renta fija, ansiosos por encontrar activos que ofrezcan rentabilidad en un mundo de tipos de interés mínimos, esperan agazapados el mejor momento para comprar. El problema es que la incertidumbre sobre la efectividad del plan de compras de deuda del BCE retrasa su entrada. Se desconocen aspectos clave como el momento en el que se producirá (su activación está ligada a la petición de rescate del país interesado) y la contundencia que tendrá el programa. Dos aspectos que ayudarán a definir el momento de entrada y la duración de las apuestas de los gestores de renta fija.

“Si los gestores tuvieran claro que el plan de compras del BCE va a funcionar comprarían ya porque no hay muchas alternativas y están desesperados por encontrar rentabilidad.  Una compresión de la deuda española de 200 puntos básicos en dos años genera unas rentabilidades potenciales superiores al 20%. Mientras tanto la deuda de los países que se supone que son seguros ofrece tipos reales negativos”, explica el director general en España de una gestora internacional. “Hay mucha predisposición a comprar deuda española pero hay miedo. Se cuestiona la efectividad del plan de compras del BCE. Hay cierto temor  a que España pida el rescate y el plan del BCE no garantice que bajen las primas de riesgo. Muchos inversores tienen dudas sobre cuándo entrar por temor a la volatilidad a corto y muchos en vez de mantener la inversión se plantearán también cuándo salir ”, añade.

La caída de la prima de riesgo de España en los últimos meses (hoy ronda 407 puntos básicos frente a los 700 que rozó en verano) y la estabilización del mercado de deuda obedecen en buena medida a las expectativas generadas por el plan de compra de deuda anunciado por el BCE el pasado mes de septiembre. Pero el mercado teme que una vez se active de verdad no tenga el efecto deseado si no resulta lo suficientemente contundente como para compensar las ventas de inversores que opten por vender y aflorar plusvalías.

No hay que olvidar que la banca española se ha convertido en una de las grandes salvadoras del Tesoro este año al incrementar su exposición a la deuda del Estado a niveles récord. Controla dos tercios de la deuda emitida por el Tesoro y en octubre la cartera registrada de la banca rondaba los 200.000 millones de euros. En el año ha adquirido 102.807 millones de euros que han ayudado a compensar en parte las ventas de 72.000 millones de los extranjeros. Por tanto, no parece descabellado pensar que si la prima de riesgo se estrecha 200 puntos básicos haya entidades que se vean tentadas a vender para aflorar plusvalías en un momento delicado para el negocio bancario.

Hay inversores que temen que las compras del BCE no resulten lo suficientemente contudentes para garantizar una bajada de la prima de riesgo en el tiempo

“El riesgo es que esperen para vender a que la prima baje mucho y el BCE deje de actuar. Una avalancha de ventas llevaría la prima de riesgo de nuevo al entorno de los 400 puntos básicos. El peligro es que se genere una acción de ida y vuelta, se cuestione la efectividad del BCE y regresen las dudas sistémicas”, añaden desde una gestora internacional. “Si el BCE compra bonos será positivo pero es cierto que hay un riesgo de que los bancos vendan para generar plusvalías. Cuando el BCE empiece a comprar va a retirar bonos del mercado. El riesgo real sería que se desencadenen ventas por un volumen mayor”, comenta Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB, experto que cree que los miedos se han exagerado.

El mercado necesita creer que la sostenibilidad de las cuentas públicas españolas no está en entredicho y que Europa avanza hacia una mayor integración bancaria y fiscal. Dos aspectos clave que permitirían al BCE comprar el tiempo necesario con sus adquisiciones de deuda para que España empiece a reflotar.

“El foco de infección es no convencer a los inversores internacionales. Lo que han hecho los inversores es comprar los bonos para vendérselos al BCE. Las compras de deuda del BCE tienen que ser permanentes y contundentes en el tiempo para que los inversores pierdan el miedo y vuelvan. El programa de la Reserva Federal tardó seis meses en funcionar y tienen una política global. En Europa la capacidad de respuesta es menor y hay problemas morales”, comenta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.

El problema real llegaría si la respuesta del BCE resulta tibia y no logra convencer a los expertos de que el riesgo de invertir en deuda española es bajo. “Si la banca vende y el riesgo es limitado entrarán hedge funds, bancos de Europa o fondos de pensiones que están ávidos por encontrar activos que generen rentabilidades. Otra cosa es que a determinadas entidades les interese vender y generar plusvalías. Pero creo que en general la banca va a incrementar compras porque es una forma de mantener márgenes”, explica el responsable de Tesorería de una entidad española.

La reticencia del Gobierno de Mariano Rajoy a pedir el rescate está ligada a esa desconfianza que impera en el mercado sobre el plan del BCE. La autoridad monetaria europea ha prometido intervenir para relajar la prima de riesgo pero se ha negado a garantizar un umbral máximo y de momento el coste político de una petición de ayuda a los socios comunitarios parece pesar más para el Ejecutivo español que las previsibles ventajas de la ayuda. Especialmente cuando el Tesoro ha logrado completar su calendario de emisiones este año sin sobresaltos (ha captado un 113% de sus necesidades a medio y largo plazo (97.000 millones) y mañana afronta la última subasta de letras donde prevé ingresar hasta 3.500 millones a tres y seis meses.

Las elevadas necesidades de financiación del Ejecutivo el próximo ejercicio (207.000 millones, según los Presupuestos Generales a los que hay que sumar la financiación del Fondo de Liquidez Autonómico, 23.000 millones más, y posibles desviaciones de déficit) hacen que la mayoría de firmas de análisis y bancos de inversión estimen que España acabará pidiendo asistencia financiera el próximo ejercicio. Este año la buena evolución de las subastas de deuda se ha debido en gran medida a las compras de la banca nacional pero a medida que se agota su margen de maniobra si los extranjeros sigan sin entrar con contundencia las opciones del Ejecutivo se reducirán. 

La buena noticia es que el mundo está ansioso por encontrar rentabilidades, los inversores han reducido sus posiciones cortas y el ahora el siguiente movimiento es comprador. La mala es que si la deuda española a 10 años está todavía en el entorno del 5,4% es porque las incertidumbres son importantísimas. Muchos inversores son conscientes de los riesgos. “La deuda pública española tienen rentabilidades interesantes pero si compras arriba y vuelve la volatilidad puedes tener pérdidas.  Los inversores internacionales no nos creen. Hace falta crecimiento para poder pagar las deudas”, añade Díez, economista que reconoce que no hay que olvidar que muchos inversores extranjeros temen que se pueda llegar a producir una quita.

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