La Bolsa española miró ayer al abismo y el abismo le miró a ella: el Ibex se despeñó hasta perder los 7.000 puntos, un nivel no visto desde 2009. Pero a pesar del inmenso tortazo, la prima de riesgo española logró mantener el tipo con un ascenso moderado de 13 puntos básicos hasta situarse en los 420. ¿La razón? Los inversores internacionales mantienen la fe de una intervención del Banco Central Europeo (BCE). Mientras, del lado del parqué español, persisten los temores sobre los efectos de más austeridad en el crecimiento.
“Los inversores esperan que el BCE acabe ayudando a la deuda española, lo que produce que no haya rechazo”, explican fuentes del sector. Sin embargo, con la Bolsa es otra historia, explican las mismas fuentes: “las perspectiva de más austeridad y, por tanto, un crecimiento menor, están castigando al parqué”.
Otros analistas señalan la existencia de un efecto “techo” en la prima de riesgo. “Ante la posibilidad de un aumento en la rentabilidad del bono español muchos inversores seguramente comienzan a cerrar posiciones cortas ante la posibilidad de que el BCE actúe comprando deuda soberana periférica en el mercado secundario”.
Posiciones en corto
Pero, ¿qué quiere decir que existe un efecto techo? “Muy pocos inversores creen que realmente se vaya a dejar caer a España”, siguen otras fuentes del sector. Esto es, cuando la prima de riesgo alcanza niveles muy elevados, aquellos inversores que tenían posiciones en corto de deuda española cierran su posición. Lo que traducido desde el lenguaje puramente financiero significa una moderación en la subida de la prima.
Durante la semana, las subastas del Tesoro el pasado martes y de ayer también aportaron su grano de arena. El Gobierno emitió menos deuda de la esperada lanzando un mensaje claro a los mercados: emitir deuda sí, pero no a cualquier precio. Así, se logró poner coto a los especuladores que, precisamente, realizan operaciones en corto con la deuda española.