El Gobierno aún estudia la forma de valorar los activos que serán traspasados al banco malo. El ministro de Economía, Luis de Guindos, ya afirmó que se daría un “precio razonable”. En estos momentos, el mercado está cerrado y no fija precios. De modo que se ha decidido emplear la contabilidad de flujos futuros, una fórmula que se ha adoptado en Irlanda y Alemania para sus bancos malos y que refleja en la tasación las rentabilidades esperadas.
El error del caso irlandés consistió en que estos flujos se adaptaron mucho a la pobre situación de la demanda. Por eso, España intentará engordar las valoraciones. Uno de los responsables del diseño del banco malo, el socio director de Alvarez & Marsal, José de Ochoa, explicaba a finales de julio a Reuters que en España se habían aprendido las lecciones de Irlanda y que no se podían dar unos precios tan ajustados al mercado.
El problema que tienen en la actualidad los técnicos de Economía es que este método supone un artificio contable. Se le asignan a los activos unos flujos de caja en función de su posible venta o alquiler y luego se actualizan a un tipo de interés, lo que nos daría el valor actual. Es decir, se valoran como si se recibiesen hoy tras descontar el tipo de interés.
Sin embargo, el debate continúa entre los técnicos de Economía, pues este sistema presenta varias dificultades. El primer inconveniente es cómo se fijan los flujos cuando la economía esta estancada; ¿se han de incluir los riesgos de impago?; ¿cómo se valora lo que no está terminado y por tanto resulta imposible de alquilar y harto difícil de vender?; ¿o qué pasa si todavía cae más el mercado tal y como esperan muchos expertos? Además, estas previsiones deberían también contemplar, por ejemplo, los costes de mantenimiento.
Los técnicos analizan en estos momentos todas estas cuestiones. Pero en definitiva, dada la incertidumbre, resulta bastante complicado establecer un momento de venta en el futuro y un precio. Y por si fuera poco, todo ello debe recibir el visto bueno del BCE, el FMI y la Comisión Europea.
El otro obstáculo es qué interés se determina para su cálculo cuando apenas se puede confiar en un comportamiento estable de los tipos a corto.
En paralelo, el Gobierno todavía negocia las condiciones que se darán a todo el sector financiero para que éstas sean más suaves. Así que el proceso marcha con cierto retraso. También unos días más tarde de lo previsto, las cuatro grandes auditoras acaban de entregar sus valoraciones de las carteras de las entidades para que la consultora Oliver Wyman las someta a sus programas de estrés y estime unas pérdidas esperadas entidad por entidad.