La reciente intervención de los Bancos Centrales más importantes del mundo, utilizando cifras del Banco Internacional de Pagos (BIS), estaba destinada a evitar un estrangulamiento de las posiciones cortas globales, o endeudamiento, en dólares. El cierre de dichas posiciones cortas hubiese provocado un hundimiento de los precios de los distintos activos de riesgo (bolsa, materias primas, bonos corporativos, bonos soberanos periféricos), que se habría traducido en la quiebra definitiva del sistema financiero global, desencadenando una depresión económica.