Hace solo unos días, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos hizo público su informe sobre los sistemas de pensiones de algunos países miembros, entre ellos, España. La OCDE resaltaba entre sus críticas que hay muy pocos países que con 37,5 años de cotización permitan acceder al 100% de la pensión. Ni siquiera Grecia o Eslovenia, que exigen más de 40 años; menos aún Francia, que pide 43, o Alemania que requiere 45.
Critica, asimismo, que sea, junto con Francia y Eslovenia, uno de los pocos países que utilizan una parte de la vida laboral (25 años) para calcular el importe de la pensión que recibirá el trabajador cuando alcance la edad legalmente fijada para jubilarse. Lo habitual en los países desarrollados que forman parte de la OCDE es que compute toda la vida laboral.
En su informe, la organización, entre líneas, hace una advertencia muy importante sobre el sistema público de pensiones español: “el envejecimiento de la población se va a acelerar a un ritmo muy rápido y ejercerá una fuerte presión sobre su sostenibilidad financiera futura”.
Recientemente, el Gobierno ha aprobado la creación de un gravamen adicional del 0,6% en las cotizaciones sociales con el fin de garantizar las pensiones de la generación del “baby boom”. La OCDE no está en contra de la medida, pero duda de que sea una solución de futuro y no pase de ser un parche más en un sistema que vive con respiración asistida (de los créditos extraordinarios de los Presupuestos Generales del Estado) desde hace más de diez años.
El futuro del sistema público de pensiones español ha sido un tema de debate desde la crisis financiera de 2008. El problema es que no hay Gobierno que se atreva a abordarlo de forma definitiva. Cualquier modificación, por pequeña que sea, puede tener un coste electoral desproporcionado. Si no, que se lo pregunten a José María Aznar tras el segundo debate con Felipe González en 1993, cuando el líder socialista obtuvo su cuarto triunfo en unos comicios.
Un par de apuntes bastan para situar la magnitud del asunto. La población española ha aumentado un 9,46% desde 2005 (desde 43,3 millones a los actuales 47,4 millones), según el Instituto Nacional de Estadística, mientras el número de pensionistas lo ha hecho en un 22,32% y el de pensiones en un 24%, de acuerdo con las últimas cifras del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social.
Un 42,3% de los pensionistas tiene más de 75 años y un 26,91%, más de 80 años
Hoy, con los datos del pasado mes de noviembre, un 42,3% de los pensionistas tiene más de 75 años y un 26,91%, más de 80 años. En 2005 los porcentajes eran del 39,6% y del 22,54%, respectivamente. Si la estadística se circunscribe a las pensiones (en España se puede cobrar más de una pensión siempre que su montante global no supere en ningún caso el importe de la pensión máxima), el mes pasado, el 44,76% de las pensiones eran percibidas por mayores de 75 años y el 29,11%, por ciudadanos con más de 80 años.
Sirva como referencia que el aumento de un punto porcentual supone cerca de 100.000 nuevos perceptores y también que la pensión media del sistema que percibió un pensionista el pasado mes de noviembre fue de 1.036 euros mensuales por catorce pagas, y la de un jubilado, 1.195 euros.
En enero de 2005, España tenía una población de 43.296.335 personas, según el censo del Instituto Nacional de Estadística del 1 de enero. El último dato publicado por el INE, de enero de este año, señala que nuestro país contaba en esa fecha con 47.394.223 habitantes, cuatro millones más (+9,46%).
Viabilidad del sistema
El problema, que juega en contra de la viabilidad financiera futura del sistema de pensiones, es que la población de más de 65 años ha pasado en el mismo periodo de tiempo de 7,169 millones a 9,371 millones. Son 2,2 millones más en apenas 16 años, lo que supone un crecimiento del 30,7%, tres veces más rápido que la población en general. Peor aún: la población de hasta 20 años ha crecido un 7% y la de entre 20 y 64, la que se considera en edad real de trabajar, apenas lo ha hecho en un 4,7% (de 27,53 a 28,82 millones).
En la actualidad, el número de pensionistas de más de 75 en España es de 3,795 millones, frente a los 2,905 millones del año 2005. Hay casi 900.000 más, lo que supone un incremento del 30,66%. Por encima de los 80 años, hay 2,415 millones frente a los 1,654 millones de hace dieciséis años, un 46% más. Si la comparación se hace en cuanto al número de pensiones, los porcentajes suben al 33,17% en el primero de los casos y al 48,41%, en el segundo.
Uno de los datos que más llaman la atención es el aumento del número de pensionistas de más de 85 años que se ha registrado entre 2005 y 2021: 684.243, lo que supone un incremento relativo del 94,7%. Se ha pasado de 722.224 en 2005 a 1,4 millones de personas el mes pasado. Por encima, incluso, de la cifra de nuevos jubilados (franja de entre 65 y 69 años), que ha crecido en un 34,94% en el periodo analizado, con un aumento de 439.485. Si se contabiliza el número de pensiones, la diferencia es aún mayor, del 96,8%.