Aún no se sabe la cuantía que tendrá el futuro impuesto a las bebidas azucaradas, que el Gobierno ha anunciado oficialmente este viernes tras el Consejo de Ministros. Lo que sí está claro es que subirá el precio del producto final, el que se paga por los ciudadanos en las tiendas, tal y como reconoce industria y distribución. No está tan claro que suba en la restauración, con menos elasticidad para mover precios.
La patronal de bebidas refrescantes, consultadas por este periódico, prefiere no cuantificar cuánto se pagará más por ellas mientras no se sepa el impuesto final. Pero sí tienen claro que el consumidor pagará más. De igual modo opina la asociación de supermercados Asedas, cuyo director general Ignacio García Magarzo ha incidido en la misma idea.
El ministro Cristóbal Montoro ha dicho que se buscará una tasa inspirada en Francia, Noruega, Hungría y Dinamarca. De ser así, tenemos el ejemplo muy cerca sobre todo con el caso francés, donde según publicó 'Le Figaro' la marca blanca se encareció un 25% de media mientras que las marcas como Coca-Cola sufrieron un alza menos pronunciada, del 9%, tras la subida de impuestos al azúcar el 1 de enero de 2012. Eso quiere decir que una lata de 33 centilitros podría encarecerse un par de céntimos.
Según datos de Nielsen en el país galo, sólo Coca-Cola Zero aguantó el tipo en los primeros meses del impuesto, creciendo un 3,9%. Sin embargo, Fanta cayó un 18%, Coca-Cola Light un 12% y la Coca-Cola normal un 1,4%. Sus directos competidores, Orangina-Schweppes y Pepsico, segundos y terceros de ese ranking, cogieron cuota de mercado en los primeros momentos de la tasa.
Desde Coca-Cola han rehusado hacer ningún tipo de declaración sobre este tema, incidiendo en que no afecta sólo a ellos sino es un caso del propio sector. Sin embargo, es difícil no hacer referencia a la marca de Atlanta cuando posee dos terceras partes del mercado español en volumen. Ampliando un poco más, tienen un 29% del mercado de bebidas no alcohólicas según datos explicados por la propia Sol Daurella.
Los mercados son diferentes, con una mayor presencia del sector horeca en España. También el ciclo económico en el que se implantaron las medidas (plenamente recesivo en 2012, expansivo en 2017, cuando entrará en vigor el impuesto) es diferente. Es por ello que la incertidumbre se mantiene antes de saber qué pasará realmente con las bebidas y cuánto será el sobreprecio que haya que pagar.