La economía española se desploma. El Producto Interior Bruto (PIB) se hundirá este año entre un 8% y un 11,7% -según la horquilla de previsiones- pero aunque el crecimiento económico se recuperará ya a partir de 2021, lo grave son los efectos colaterales que tendrá esta crisis y que perdurarán en el tiempo, en concreto, su impacto en la sostenibilidad del Estado.
El principal problema es que el punto de partida desde el que sale España para batallar en esta crisis es muy negativo: una deuda del 95,5% del PIB a cierre de 2019 y un déficit público del 2,8%, lo que significa que en el último año hemos vivido por encima de nuestras posibilidades por una cuantía de unos 35.000 millones de euros. Un desajuste entre ingresos y gastos demasiado alto cuando las cosas iban bien y la economía crecía a un ritmo del 2%.
"España se enfrenta de nuevo a una crisis, de mayor magnitud y profundidad que la de 2008-2012, partiendo de una situación fiscal adversa, al no haber sido absorbidos aún los efectos de la Gran Recesión, cuando la ratio de deuda aumentó 65 puntos hasta alcanzar el 100,7% del PIB", alerta la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) en su último informe.
Ahora, la recaudación del Estado (sus ingresos vía impuestos o cotizaciones sociales) se va a desplomar por el efecto de la pandemia del coronavirus, al tiempo que sus gastos se multiplican (en prestaciones por desempleo, en prestaciones para afectados por ERTEs, en ayudas a empresas, en subsidios para autónomos, en medidas para las empleadas del hogar o, incluso, en la renta mínima).
La acción simultánea de caída de ingresos y boom de los gastos disparará el déficit público hasta el 10,3% del PIB (según el Gobierno), una estimación que en opinión de la Airef se acercará más al 10,9%, sin descartar que incluso pueda llegar al 13,8%.
Diez años de recortes para acabar con el déficit
"Desde el punto de vista de las finanzas públicas, uno de los principales riesgos de la situación actual es que la recesión mute en depresión de modo que en el futuro haya que hacer frente no sólo a una ratio de deuda pública más elevada, sino también a un mayor y más persistente déficit estructural", señala la institución.
El máximo anterior de déficit público se alcanzó en el año 2009, cuando España incurrió en un desfase del 11% del PIB. Diez años después, en 2019, sólo había conseguido cerrar esa brecha en 8 puntos de PIB, tanto por las medidas austeras que impuso el Gobierno de Mariano Rajoy en los primeros años (recorte de gastos, congelación de pensiones, subidas de impuestos, etc.), como por el robusto crecimiento de la economía -al aumentar el PIB, el rátio de déficit sobre PIB disminuye-.
Ahora, para tapar este agujero del que no hay precedentes, la Airef advierte que será necesario "realizar a lo largo de la próxima década un ejercicio de consolidación similar al realizado en la década de pasada". No entra a valorar a través de qué medidas, pero sí advierte que la cuantía deberá ser la misma.
Sólo así se podrá alcanzar dentro de diez años el equilibrio presupuestario, es decir, déficit cero: que los ingresos del Estado sirvan para cubrir los gastos -teniendo en cuenta que algunas partidas, como las pensiones, que se llevan casi 10.000 millones de euros cada mes, no paran de crecer por el envejecimiento de la población-.
Y diez más de ortodoxia para volver a la deuda de 2019
Dado que hará falta una década entera para conseguir acabar con el déficit, la deuda pública seguirá aumentando los próximos diez años (cada ejercicio con déficit supone que hay que emitir más deuda para cubrir esa diferencia entre ingresos y gastos), así que el pico máximo se alcanzará en 2030, con un 120% de deuda pública sobre PIB.
Para poder bajar de ese nivel insostenible, harán falta otros ocho años desde entonces, hasta el año 2038, para que la deuda pública vuelva al nivel de 2019, previo al coronavirus, del 95,5% del PIB y ya entonces insostenible.
La Airef no cree que ni en 2050 España habrá conseguido bajar su deuda sobre PIB hasta el 60% que recomienda Bruselas
Para lograr todo esto, será fundamental la ortodoxia y el rigor presupuestario, así como la contención de la prima de riesgo, ya que si ésta aumenta subirá también el nivel de deuda por los intereses. El efecto bola de nieve.
"Un incremento adicional de 100 puntos básicos de la prima de riesgo sobre los niveles actuales implicaría en el medio y largo plazo un incremento de 1,5 puntos de PIB en el gasto por intereses hacia finales de la década de 2040. Si no se realizara un ajuste vía ingresos o gastos, esto acabaría traduciéndose en una acumulación de 25 puntos en la ratio de deuda en las próximas décadas", advierten.