Las miradas están puestas esta semana en el Banco Central Europeo (BCE), que se reunirá el jueves para anunciar previsiblemente un paquete de nuevos estímulos para reflotar la economía europea. Aunque la incertidumbre sobre sus posibles movimientos es alta y son muchas las teorías, el propio organismo ha podido dar una pista al publicar -a unos días de la cumbre- su primer informe alabando el programa de compra de activos (QE, por sus siglas en inglés) que inició en 2016.
El pasado miércoles, el BCE publicaba en su página web un alegato firmado por Roberto de Santis, economista principal de Macroeconomía y Economía Monetaria del BCE, y por Frank Betz, economista del Banco Europeo de Inversiones y exparticipante del programa de graduados del BCE, en el que defienden que gracias al programa de compra de activos (bonos emitidos por empresas para financiarse) que inició el organismo hace tres años "las condiciones financieras de las empresas de la zona euro han mejorado considerablemente".
"La emisión de bonos corporativos ha crecido y las grandes compañías ciertamente se han beneficiado de esta política", sostienen, debido a que han podido financiarse a muy bajo coste gracias a que el BCE compraba mucha de la deuda que emitían al tiempo que mantenían los tipos de interés muy bajos.
La institución que hasta ahora ha presidido Mario Draghi (esta será su penúltima reunión) y que a partir de ahora liderará Christine Lagarde, hasta la fecha directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha recibido muchas críticas por la ineficiencia de su laxa política monetaria, ya que muchos denuncian que las condiciones de financiación tan buenas y los tipos de interés tan bajos no han llegado a beneficiar a la economía real, ni han provocado un incremento del consumo ni una subida de la inflación hasta el objetivo marcado cercano al 2%.
Los economistas que firman el informe, sin embargo, defienden lo contrario: "Encontramos una clara evidencia de que el QE se ha transmitido también por todo el canal de préstamos de la banca", afirman.
Posibles anuncios del jueves
"La compra de bonos corporativos del banco central es un rasgo distintivo de Europa, lo lanzó el BCE en marzo de 2016 y le imitó el Banco de Inglaterra en agosto de 2016. Ha habido hasta ahora pocos trabajos investigando su efectividad. Este documento rellena este hueco analítico, pero se requiere más trabajo adicional sobre sus implicaciones macroeconómicas. Lo dejamos para futuras investigaciones", admiten los economistas.
La posibilidad de que el BCE reactive su programa de compras y decida adquirir más bonos de los que ya tiene (con un valor actual de 2,6 billones de euros) es una de las opciones que barajan los analistas de cara a la reunión del jueves, aunque tienen más fuerza otras ideas como la decisión de bajar aún más los tipos de interés (del -0,4 al -0,6%).
Los gobernadores de los bancos centrales de Alemania, Países Bajos, Austria y Estonia han mostrado su oposición a que el BCE amplíe su programa de compra de deuda, pero hay inversores que ya descuentan que este movimiento se llevará a cabo.
Elga Bartsch, responsable de análisis económico y mercados de BlackRock Investment Institute, ya anticipaba en verano en un análisis que el BCE compraría bonos por valor total de entre 30.000 y 40.000 millones de euros cada mes durante al menos un año más, mientras que otros como Frederik Ducrozet, economista de la gestora Pictet, auguran un nuevo programa de compras por valor total de 600.000 millones de euros, según recoge el Financial Times.
La mayor gestora de fondos del mundo parece darle ahora menos probabilidad a que el BCE inicie un programa de compra de acciones, una opción que veía factible hace unos meses.
Un "pequeño QE" o esperar a octubre
"La compra de bonos es el asunto más espinoso. No descartamos completamente la posibilidad de que el QE no haya terminado del todo. Es un riesgo tangible ahora, pero nuestro escenario base sigue siendo que el BCE nos de 'un pequeño QE', por ejemplo un programa de compra limitado durante un tiempo con un ritmo de compras mensual bastante bajo, que siga siendo consistente con los límites actuales del QE, es decir: compras de bonos por 25.000-30.000 millones de euros al mes durante seis meses, que se dividan entre bonos corporativos y bonos soberanos", pronostica Gilles Möec, economista jefe de AXA IM.
Este experto cree que "el BCE necesita hacer algo el jueves, por dos razones. Primero, se ha hablado tanto de un 'paquete' (de estímulos) en los últimos dos meses que su credibilidad sino podría estar en riesgo. Segundo, el deterioro de los datos ha sido tan obvio desde junio que las previsiones macroeconómicas que se van a lanzar seguramente van a mostrar una caída de la inflación en comparación con el objetivo del BCE".
Apuesta por que la base de ese paquete será un recorte de la tasa de depósito, una medida que no cree que sea suficiente para incentivar la economía, pero que será mejor aceptada que una reactivación del QE por los "halcones" (los miembros del BCE más partidarios de endurecer la política monetaria, como los alemanes).
Ven menos probable que el BCE opte por reactivar el QE los analistas de Ebury, entidad financiera especializada en pagos internacionales e intercambios de divisas, quienes creen que es "probable que tengamos que esperar hasta la reunión de octubre, como pronto, para un compromiso firme con la compra de activos adicionales” porque el BCE no quiere sacudir a los mercados. Consideran que un nuevo programa QE este mes sería "completamente erróneo para el mercado y, muy probablemente, enviaría al euro a nuevos mínimos de dos años frente al dólar estadounidense".
El turno de la política fiscal
Dada la escasa munición que le queda al BCE para solucionar la situación (y la controversia que despiertan sus opciones), muchos expertos creen que es el momento de la política fiscal y animan a los países de la zona euro a crear un organismo común para que homogenice la política fiscal del continente.
"Los mercados esperan que el Banco Central Europeo hable de política fiscal en su próxima reunión (...) La persistencia de los tipos de interés negativos plantea dudas sobre la estabilidad económica y, en el contexto de la desaceleración actual, el BCE está explorando los límites de la política monetaria mientras advierte de que será necesario tomar más medidas", señala Paul Brain, responsable de renta fija en Newton (parte de BNY Mellon Investment Management).
Brain ve "poco probable que un leve recorte de los tipos de efectivo logre reactivar la economía europea (...) Si bien otras medidas de estímulo, como las compras de activos o las inyecciones de liquidez en el sector bancario, podrían resultar más eficaces, son cada vez más las voces que reclaman que los gobiernos den un paso al frente y aumenten el gasto público. A partir de ahora, los mercados harán bien en abandonar su obsesión con las reuniones de los bancos centrales y empezar a prestarle más atención al proceso político".