Economía

BlackRock, 'el dueño del Ibex', presiona para frenar la transición energética 'exprés'

El mayor inversor del mundo avisa a sus clientes que reducirá el apoyo a las medidas de "carácter climático" de las empresas en las que participa porque duda que sea compatible con su rentabilidad

  • La transición hacia las energías renovables es una de las claves de la sostenibilidad. -

"A estas alturas de la película, nadie discute que se debe aumentar la sensibilidad con el planeta", comentan a Vozpópuli fuentes del sector energético. "La duda es cómo, cuándo y qué precio estamos dispuestos a pagar. La respuesta es que nos hemos pasado de ambiciosos", añaden. Una tendencia cada vez más extendida entre las grandes empresas e influyentes firmas de inversión, como es el caso de BlackRock

El mayor inversor del mundo, conocido en España como 'el dueño del Ibex', anunciaba a principios de este mes a sus clientes un relevante cambio en su posición con respecto a las políticas de transición energética. El equipo de administración de inversiones de BlackRock asegura que, ante la nueva temporada de junta de accionistas que se avecina, donde su voto suele ser clave, elevará sus exigencias con las propuestas climáticas.  

Un cambio de rumbo con respecto a los últimos años. En 2021, la firma estadounidense apoyó el 47% de las propuestas ambientales y sociales de las empresas en las que tiene participación. Exactamente, dijo sí a 81 de las 172 medidas 'verdes' que le propusieron los consejos de administración de las compañías en las que invierte. Este año subirán el listón. La prestigiosa firma que lidera Larry Fink ya adelanta que bajarán de ese 47% que han registrado el último año porque "no consideramos que sean consistentes, a largo plazo, con los intereses financieros de nuestros clientes", detalla en su circular para clientes. 

Las cosas han cambiado este año. Como recuerda uno de los principales inversores de empresas como Iberdrola o Ferrovial, las empresas afrontan en este 2022 desafíos "particulares" en el corto plazo, "debido a la inversión insuficiente en energía tradicional y renovable, exacerbada por las tensiones geopolíticas actuales". BlackRock ya avisó en una comunicación anterior a sus clientes que reducir la dependencia de la energía rusa, tras la invasión de Ucrania, afectará a la senda de 'cero emisiones' en la que están inmersas las economías de Occidente.

El fundador y CEO de BlackRock, Larry Fink, en el Foro de Davos.
El fundador y CEO de BlackRock, Larry Fink, en el Foro de Davos.FLICKR

"Es probable que se requiera que los exportadores netos de energía aumenten la producción, mientras que se espera que los importadores netos aceleren sus esfuerzos para aumentar la proporción de energías renovables en su mix energético", destaca el BlackRock Investment Stewardship (BIS). "Este conjunto de dinámicas impulsará, al menos a corto y medio plazo, la necesidad de las empresas en invertir tanto en fuentes de energía tradicionales como renovables. Las compañías que lo hagan de manera efectiva producirán rendimientos atractivos para nuestros clientes", puntualizan. 

BlackRock no sólo se fija en Ucrania 

La invasión de Ucrania y las respectivas sanciones de Europa castigan la 'senda' verde. Una hoja de ruta que ya flaqueaba según firmas como BlackRock. Europa tiene una dependencia total tanto del gas como del petróleo de Rusia. Mientras que la economía rusa también necesita que sus clientes europeos sigan comprando sus hidrocarburos. Por ello, no ha sido del agrado del Gobierno de Vladímir Putin que sus clientes vendan, insistentemente, que pretenden abandonar los hidrocarburos y convertirse en 'verdes' cuanto antes.

El problema del intento de 'desintoxicación de los fósiles' es que ha generado una nueva dependencia por unas energías verdes que todavía están en fase de maduración y que se generan con materiales que Europa no tiene. Un riesgo para países y empresas, como defiende BlackRock. Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía, materiales como el cobre, el níquel, el litio y el cobalto están hoy más concentrados geográficamente que el petróleo o el gas natural. Su control está en manos de socios que tampoco generan estabilidad, como es el caso de China. 

Planta de procesamiento de gas natural ruso.

Con estas dificultades, no es de extrañar que los datos evidencian que la transición energética no ha logrado los objetivos marcados. En los últimos 20 años, las emisiones de CO2 han aumentado de manera global en un 44%. El mix de la energía primaria continúa siendo muy parecido y el carbón es la energía fósil que más ha crecido en estos 20 años. 

Las emisiones de gases de efecto invernadero de Europa son del 8% en 2019. China es responsable del 29% y Estados Unidos asume el 14%. De mayo del 2021 a mayo del 2022, el coste del petróleo se ha incrementado casi un 60%; el del gas un 255%; carbón un 230% y la electricidad, un 136%.  En el mismo periodo, algunas materias primas críticas para la transición energética, se han incrementado espectacularmente: el litio un 425%; un 80% el níquel y un 91% el cobalto. 

Ser verde, pero con luz

BlackRock hablaba de defender la rentabilidad de sus clientes frente a políticas climáticas 'poco realistas'. El debate entre los gobiernos es descarbonizar su energía sin poner en riesgo el suministro de sus consumidores. La Comisión Europea ya ha dejado claro en los nuevos objetivos de su transición energética que, al menos en el corto plazo, los hidrocarburos continuarán teniendo un gran protagonismo en los próximos años. Es decir, su receta se fundamente en un modelo híbrido de fósiles y renovables. 

Así lo reconoce la Comisión Europea en el denominado RePowerEU. Un plan donde se establecen una serie de medidas para alcanzar una mayor autonomía energética en Europa, disminuir la dependencia de Rusia, diversificar los proveedores de hidrocarburos e impulsar tecnologías alternativas, como es el hidrógeno renovable. 

El cambio de rumbo de BlackRock recuerda a legisladores como la Comisión Europea que existen, principalmente, dos riesgos en esta senda: cambios regulatorios desmedidos y el incremento de la incertidumbre geopolítica. Dos retos para la transición energética que son críticos en los objetivos de descarbonizar la economía mundial.

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