El Gobierno ha tenido que justificar sus elevadas previsiones de crecimiento ante los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en las reuniones celebradas el pasado mes de diciembre para analizar el pulso de la economía. El Gobierno mantiene que el Producto Interior Bruto (PIB) crecerá un 7% en 2022 tras meses de fuertes revisiones a la baja por parte de todos los organismos económicos, entre ellos el FMI y el Banco de España (BdE). Y para justificarlo, defendió que otros indicadores como el empleo y la recaudación fiscal han superado ya los niveles precrisis.
Los encuentros se celebraron de forma virtual y tuvieron lugar del 29 de noviembre al 21 de diciembre de 2021. En concreto, la misión del FMI se reunió con la vicepresidenta Nadia Calviño; el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos; el Secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa Gonzalo García Andrés; el secretario General del Tesoro, Carlos Cuerpo; y otros altos funcionarios. La misión también se reunió con representantes del sector financiero, organizaciones laborales, grupos de reflexión y partidos políticos.
En el informe publicado este miércoles con las conclusiones de esas reuniones, denominado Artículo IV, el Fondo Monetario Internacional explica que el Gobierno proyecta un crecimiento en 2022 "algo mayor" que él mismo y que el BdE, apelando precisamente a que "la rápida recuperación del empleo en comparación con crisis anteriores y el aumento de los ingresos fiscales exigen un análisis más profundo de la incoherencia entre el crecimiento de la producción, el empleo y los ingresos fiscales".
De esta forma, el 'desacople' entre el crecimiento del PIB y el empleo, del que diferentes economistas y expertos están alertando, salió a relucir en el encuentro. Mientras el mercado laboral ha recuperado los niveles precrisis, el FMI no espera volver al PIB previo a la pandemia hasta finales de 2022. Y este hecho fue usado por el Ejecutivo como justificación de sus previsiones, destacando que "están marcadas por un alto grado de incertidumbre en un contexto de alta volatilidad de los indicadores económicos".
Tanto es así que, aunque el FMI rebajó su previsión de crecimiento para el año seis décimas (hasta el 5,8%) tras sus encuentros con las autoridades nacionales, reconoce en las conclusiones del informe que "a diferencia de crisis anteriores, el empleo se recuperó mucho más rápido", mientras que "se espera que el PIB alcance esos niveles en la segunda mitad de 2022". Este "desacoplamiento" entre ambos indicadores, junto con el gran aumento observado en los ingresos fiscales, "sugiere un alto grado de incertidumbre y volatilidad en los supuestos de crecimiento, lo que exige un enfoque cauteloso al revisar las previsiones", apunta el FMI.
La 'guerra' del Gobierno con el PIB
Durante estos meses, los economistas han planteado varias hipótesis que explicarían este desacople: los colapsos en las cadenas de producción, el exceso de optimismo por parte de las empresas en la contratación y reincorporación de los ERTE, la creación de empleo en sectores con poca productividad, la incertidumbre de las familias sobre la pandemia y su impacto en el consumo y el ahorro, o la lenta recuperación del turismo internacional -todavía en la mitad de los niveles precovid- por la inseguridad y las restricciones de los distintos países.
Sin embargo, el Gobierno ha ido más allá con una ofensiva clara contra el PIB, restando validez a cualquier previsión en tiempos de pandemia y poniendo únicamente en valor los datos "reales" de empleo. Pero lo cierto es que más allá de las estimaciones que analistas y organismos económicos puedan hacer sobre el crecimiento económico, los datos trimestrales de Contabilidad Nacional confirmados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) están evidenciando una recuperación más moderada que los del empleo.
Como respuesta, Economía, Hacienda y Seguridad Social han empezado a producir nuevos indicadores, como un PIB diario, las ventas diarias de la Agencia Tributaria o los datos de afiliación adelantada. Incluso organizó un evento al que asistió el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, para abanderar la idea de que el PIB es un indicador útil pero insuficiente para dar la medida exacta de los recursos y la capacidad de la economía de un país, instando a revisar y ampliar las métricas.