Hace cuatro años, Jordi Sevilla confesó al editor de la mayoría de sus libros que no volvería a publicar. "El esfuerzo que requieren, sobre todo cuando lo has de compartir con otros trabajos muy absorbentes, resulta excesivo para el escaso impacto que suelen tener", admite el economista en el prólogo de su nuevo ensayo: La España Herida. Las seis brechas sociales y cómo corregirlas (Deusto). El exministro, actualmente senior advisor en LLYC, decidió romper su palabra y volver a las andadas con un nuevo trabajo. Actuaron cómo revulsivo esas "brechas" que están cambiando -a peor- nuestra sociedad y la deriva política que lleva sufriendo este país desde hace años. "Hoy se impone una visión infantil de la política que se mueve bien en el fango de la confrontación, la deslegitimación y el insulto, todo lo contrario de lo que representa la democracia", escribe Sevilla en la introducción de su nuevo libro.
Pregunta: En La España Herida se refiere a nuestro país como "la democracia del insulto". ¿Qué nos ha pasado para llegar a este punto? No hace tantos años desde que nuestros políticos aparcaron sus enormes diferencias en los Pactos de La Moncloa...
Respuesta: Esto es como la vejez: no te acuestas un día joven y al día siguiente te levantas viejo. Es un proceso paulatino. Cuando hace 20 años alguien chillaba o insultaba en el hemiciclo era una anécdota, pero ahora es mayoritario. La crisis de 2008 y 2010, la financiera y la del euro, generaron mucho enfado por la reacción de los gobiernos. Ese cabreo, esa decepción, llevó a mucha gente a darse cuenta de que el Gobierno no resolvía sus problemas. Hubo movimientos que percibieron que ir a la contra podía ser rentable. Ahí nació Podemos y luego Vox, sin el primero no se puede entender el segundo. Luego han contagiado esa actitud al PSOE y el PP. Ha sido un proceso paulatino que no nos conduce a nada.
P: También cuestiona la "visión infantil" de algunos políticos en un momento en el que, precisamente, lo que necesita España son gobernantes que con altura de miras.
R: Nunca me he creído que sea cosa de las personas, depende de los momentos y las circunstancias. Es posible que la generación de la Transición no hiciera hoy lo mismo que entonces. Condiciona mucho el contexto, la sociedad y cuanto te premien o castigan los votantes. Los políticos han perdido su función pedagógica, la de pensar 'yo quiero esto para mi país y voy a intentar convencer a una mayoría'. Ahora funcionan mucho las encuestas, lo que quieren los ciudadanos. Creo que esa polarización de la sociedad civil ha dado pie a un escenario que no gusta a nadie. Si tú criticas el circo y aprovechas para poner a parir a tu adversario, estás participando también en el circo.
P: Mariano Rajoy sacó provecho del lema 'España se rompe'. De momento, no se ha roto, pero ¿existe riesgo de ruptura?
R: Aquello movilizó a mucha gente. Pero, luego, al político que más agitó contra la reforma del Estatut le hicieron un referéndum y una declaración de independencia unilateral. La ruptura territorial de España ha generado mucha indignación y preocupación, pero yo creo que hay una probabilidad cero de que ocurra. La Constitución está ahí y debería darnos cauces para canalizar la convivencia. Lo que existen son otras maneras de que España se rompa. Hay rupturas sociológicas, hay brechas que están aquí y fracturan a unos españoles con otros, pero no le estamos haciendo tanto caso.
No es posible hacer un plan integral de reformas estructurales sin un gran acuerdo social que nos garantice dos cosas: un apoyo suficiente y la garantía de que se van a sostener en el tiempo
P: De todas las "brechas" que cita en su libro, ¿cuál es la más importante?
R: La que más me sorprende y preocupa es la que separa a jóvenes y mayores. Ha habido una dejación de los últimos gobiernos, incluido, probablemente, aquel en el que yo formé parte. No nos hemos dado cuenta de que, paralelamente al proceso de envejecimiento de la sociedad, estábamos machacando a los jóvenes. Tenemos las tasas de fracaso escolar y precariedad laboral más altas de la UE, la emancipación es más tardía, el acceso a la vivienda es peor y encima les decimos que no tienen pensión. Incluso en los casos en que han seguido las directrices, -estudiando, aprendido idiomas, formándose- les empujamos a que se vayan a buscar trabajo fuera o a ser becarios aquí toda la vida. Al final, estamos dejando en manos de las familias el futuro de los jóvenes. Pero las familias más ricas pueden ocuparse mejor que las más pobres. Poco a poco, hemos levantado todos los obstáculos posibles para que la generación de los jóvenes pueda vivir al menos igual que sus padres: tener un piso, una profesión bien pagada y una pensión. Somos mucho más sensibles ante la brecha hombre-mujer o rural-urbano en comparación con la brecha entre jóvenes y mayores.
P: ¿Tiene solución a medio plazo esa brecha entre hombres y mujeres? Los puestos de mando, en la política, en la empresa, siguen copados por hombres...
R: Estamos avanzando en la buena dirección, pero de manera muy lenta y con amenazas de retroceso como representa el discurso de Vox, al que no le estamos prestando la suficiente atención por los perjuicios que va a causar a la sociedad española. No hay que bajar la guardia con la brecha hombre-mujer ni dejar de combatir los discursos que niegan la evidencia. Yo que tuve dudas en su día sobre las políticas de cuotas, pero creo que pueden ser un buen camino. Hay que ser muy conscientes de que no nos podemos permitir marginar a la mitad de la sociedad. Hay más universitarias, más mujeres en altos cargos en la administración, pero sigue habiendo un techo de cristal. Hay un problema cultural de roles sociales que no hemos superado.
P: ¿Estamos a tiempo de detener la brecha que separa el cambo y la ciudad? La pandemia, desgraciadamente, nos ha demostrado que fórmulas como el teletrabajo son viables.
R: Para eso necesitas tener wifi, colegios para tus hijos y un médico cerca. El problema es garantizar una igualdad de condiciones de vida, que la decisión entre vivir en la ciudad o en el campo sea libre en función de tus deseos y necesidades. Tampoco demonicemos a las ciudades: han permitido economías de escalas, contactos, 'hubs', redes de contactos. Ahora bien, cuando las ciudades son demasiado grandes comienza a haber deseconomías de escala. Los poderes públicos deben garantizar esa igualdad de acceso, que, por cierto, está reconocida en la Constitución.
Con los fondos europeos se ha ido perdiendo el gas y lo que queda es la inversión pública de toda la vida. Si al final se usan como los fondos estructurales, habremos perdido una buena ocasión
P: ¿Hacia dónde se dirige nuestra economía? ¿Qué podemos esperar a corto plazo?
R: Todavía no han terminado los efectos de la pandemia, como la interrupción de los suministros. A ello se suma la guerra, que genera una doble crisis, energética y alimentaria. La segunda provoca aquí inflación; y en África y Latinoamérica, hambrunas. Es verdad que la economía española está aguantando un poco mejor el impacto de la guerra. No ocurrió lo mismo en la pandemia, por el peso en el PIB de los sectores afectados por la inmovilidad. Aunque logremos un crecimiento de en torno al 4,4%, da la impresión de que estamos sufriendo razonablemente mejor la regresión de la guerra. Por ejemplo, es la primera vez que tenemos 20 millones de afiliados en la Seguridad Social. Ahora bien, la inflación está disparada y, por el dato que hemos conocido esta semana, no da signos de ir hacia abajo, sino de estabilizarse. Esa sí que es una mala señal.
R: Las previsiones apuntan a un crecimiento relativamente bajo de la economía española en los próximos años. ¿Afrontamos un proceso de 'japonización', con aumentos del PIB próximos al estancamiento?
R: Sorprende que el panorama de crecimiento se sitúe en niveles históricamente bajos. Ahí sí creo que deberíamos abordar lo que plantea el Banco de España: un plan integral de reformas estructurales para elevar el potencial de crecimiento. El problema es que volvemos al principio. No es posible hacer ese plan integral de reformas estructurales sin un gran acuerdo social que nos garantice dos cosas: un apoyo suficiente a las reformas y la garantía de que se van a sostener en el tiempo todo lo que haga falta. El mayor riesgo está en la política, en la confrontación, en la radicalidad. Los dos grandes partidos siguen muy condicionados a su izquierda y derecha. Aunque Feijóo no hable de Vox, está ahí, les condiciona el discurso.
P: ¿Por qué los fondos europeos no acaban de tirar de la economía? No se están cumpliendo las grandes expectativas que generó el Gobierno.
R: Los fondos se 'vendieron' tantas veces antes de llegar que el sector privado puso muchas esperanzas. La tramitación está siendo más lenta de lo previsible. Tiene razón el Gobierno cuando dice que ha autorizado el 60% de los fondos y la CEOE cuando afirma que a las empresas sólo ha llegado el 23%. Ambas cosas son ciertas. Eso se va a ir nivelando a lo largo del año y se equipararán la cantidad de fondos europeos aprobados y percibidos. Lo que me preocupa es las expectativas que surgieron, sobre todo con los PERTE. Creí que el efecto tractor, dinamizador e incluso disruptivo que iban a tener los PERTE, iba a ser mayor. Se ha ido perdiendo el gas y al final lo que queda es la inversión pública de toda la vida. Por eso ha cambiado la lógica inicial de los PERTE. Había empresas que venían con gran entusiasmo y están perdiendo las ganas y pensando, para este viaje no necesitábamos alforjas. Si al final se usan como los fondos estructurales, habremos perdido una buena ocasión.
No se necesitan más ministros que insulten, sino que expliquen la situación, que traten a los votantes como adultos. Es un buen gobierno de gestores pero le falta peso político
P: ¿Ve al Gobierno de coalición con músculo suficiente para agotar la legislatura?
R: Creo que sí va a aguantar, otra cosa es cómo de agotado va a llegar. Su intención es esa, de eso no hay duda. Quizá lo que vendría bien de cara al fin de la legislatura es un gobierno con mayor peso político. No se necesitan más ministros que insulten, sino que expliquen la situación, por qué están haciendo lo que hacen y no pueden hacer otras cosas, que traten a los votantes como adultos, que salgan a dar la cara y a explicar su gestión, no basta sólo con hacerla. Es un buen gobierno de gestores pero le falta peso político.
P: ¿Es pronto para hacer balance de la acción del Gobierno? ¿O se atreve a ponerle nota?
Siendo objetivos, no veo grandes errores por parte de este Gobierno, ni grandes cosas que podría haber hecho otro gobierno, de manera diferente ni mejor. Ha habido errores, pero como los que cualquiera puede cometer. La gestión interna sí ha sido muy chapucera, entre otras, cosas porque no estamos acostumbrados a gobiernos nacionales de coalición. El tipo de temas que les han llevado públicamente a la confrontación eran de segundo nivel y eso transmite la idea de que el gobierno se preocupa por temas menores y no se preocupa por los temas más gordos.
Tony010
Muy fuerte lo del gobierno de gestores, muyyyy fueeerte. Jordi, te has lucido,
agapito el viejo
no se le puede discutir a este "ilustre" economista que en parte y solo en parte tiene razon, pero se le ha olvidado decir de que perte viene el NO es NO y que parte del NO es la que no entiende usted.....
Wesly
Si al Sr. Sevilla le parece que este es un buen gobierno de gestores que no ha cometido grandes errores, entonces ya no hace falta nada más para deducir que el Sr. Sevilla es un socialista más rendido a Pedro Sánchez, este psicopata narcisista aspirante a tirano.
gwy
¿Y diría usted que pasar a la Historia por "enseñar en dos tardes" Economía a zETA-Paro I facilitó o dificultó la radicalidad? La nomenklatura del Régimen del 11-M dando lecciones... y los medios haciendo de altavoz.
eddo
y a usted que una mujer le denuncie como les ha pasado a políticos de PP, VOX, C´s, PSOE, JUNTS, ERC, CUP
Petrapacheco
Hay botox y botox... No son en absoluto comparables.
TELO186@MSN.COM
!! ok sr farmyardcheek , no tienen sangre en las venas !! , no vaya ha ser que el rojerio se cabree !! , me recuerdan al PAPA de roma " paz y amor " hay que ser buenos....., la otra mejilla pam. pam, ......
eddo
usted es que una mujer le denuncie por la ley contra la libertad sexual.