Editorial

Cantar en inglés en el año del IV Centenario de la muerte de Cervantes

                 

  • Barei, la cantante que representará a España en Eurovisión.

La Marca España -¿recuerdan qué era eso?- no levanta cabeza. Y no es ya por los escándalos de corrupción, ese maná que no cesa, o la imagen de ingobernabilidad que nuestros políticos proyectan  desde el pasado 20 de diciembre al mundo. No. En esta ocasión la patada viene de un acontecimiento de rango menor: el Festival de la Canción de Eurovisión. Y es que "Say Yay!", el tema seleccionado para representar a nuestro país en el festival de marras descarta usar el español y apuesta por el inglés. 

Cierto es que para muchos este festival enlatado es irrelevante. Un producto de mero entretenimiento televisivo. Y su calidad musical, generalmente muy alejada de los gustos vigentes, más que cuestionable. Si acaso, en el pasado tuvo algún valor “político”, y es que sirvió para contrarrestar, de cara al exterior, la mala imagen de la dictadura, aunque ello conllevara tener que exportar el “La la la” de Massiel. Y dejar a media Europa sin saber cómo catalogarnos. Mejor la confusión que la certeza, debió pensar Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo, cuando en 1968 decidió mandar a Massiel al Albert Hall londinense.

Hoy, evidentemente, las cosas han cambiado. Eurovisión es más un certamen para incondicionales, espectadores más predispuestos a la crítica facilona, a pasar un rato entretenido, que a dedicar tiempo y esfuerzo en la búsqueda del talento. El peligro de deteriorar la imagen-país es hoy más bien escaso, salvo, claro está, cuando se hace el ridículo más absoluto.

Nada es imposible, no obstante, para un país en el que el hacer caja es lo primero. Por lo pronto, en 2016, año en que conmemoramos el IV Centenario de la muerte de Cervantes, la canción que representará a España en Eurovisión será cantada en el idioma de William Shakespeare. ¿Papanatismo o simple estulticia? Aunque a la gran mayoría nos importe un bledo el evento, la metedura de pata no deja de ser mayúscula, metedura que viene a confirmar la sospecha de que aquí, y desde luego en RTVE, no cabe un tonto más. Denunciar esta idiotez no es cuestión de respeto a nuestro país y a la segunda lengua más hablada del mundo, no: es cuestión de respeto a algunos de nuestros muertos más ilustres. Cervantes bien lo merece.

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