El incompatibilizador incompatible… así podría comenzar este sueño quevediano en versión zapateril. Al menos, es lo que dicen en el Gobierno actual, aunque tienen tantos problemas que no le dedican apenas tiempo a ese asunto. Sin embargo, ha provocado cierto regocijo indignado la velocidad fulgurante con que Elena Salgado ha aterrizado en el sector privado y la nula oposición por parte de la Oficina de Conflictos de Intereses. Los sillones de los consejos de administración son una gozada después de tantos meses de desgaste al frente de lo económico. Que se lo digan a Solbes.
Salgado hizo un magnífico equilibrio para lograr un consejito de administración en la filial chilena de Endesa, algo que facilitó el ‘nihil obstat’ de la Oficina de Conflictos de Intereses, organismo dependiente del ministerio de Administraciones Públicas, comandado hasta la fecha por Flor López Laguna, que accedió a dicha oficina prácticamente a la vez que lo hizo Salgado a dicho ministerio, en 2007.
Una persona muy cercana a Economía me comentaba el otro día que “tiene guasa que le haya firmado el visto bueno para ir a la función privada la misma persona que puso ella y que trabajó tanto tiempo a sus órdenes”. Lo cual no sé si es del todo correcto ya que, según consta en el BOE, el nombramiento lo rubricó Jordi Sevilla pocas semanas antes de ceder los trastos a Salgado. Pero comenzó a desempeñar su cargo a la vez que Salgado, prácticamente.
Ya hubo sus más y sus menos con este gabinete de conflictos, cuando David Taguas dejó la Oficina Económica de Presidencia en 2008 y puso rumbo a Seopan. Entonces, muchas personas se rasgaron las vestiduras, entre ellas, algunas dentro de las filas socialistas, escandalizadas por el hecho de que el responsable de la materia gris económica; muñidor de leyes, propuestas, estrategias etcétera del Ejecutivo se pasara al bando de los constructores, tan dependiente de la obra pública, las recalificaciones y las políticas de suelo, con armas y bagajes. Hasta la wikipedia afirma que ese nombramiento fue "polémico".
Se dice que, entonces, Salgado apoyó ese movimiento, en línea directa con la subdirectora actual, que es una alta funcionaria del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Habría tenido su gracia que ahora le ocurriera lo contrario y le denegaran la compatibilidad. Ni en sueños.
En fin, que volvemos a tener un episodio de estos en los que, seguramente, no habrá nada ilegal, pero al ciudadano de a pie se le queda una sensación de que entre unos pocos se lo guisan y se lo comen y él está sólo para pagar impuestos y, como mucho, meter el papelito en la urna cada cuatro años.