Desde que hace 11 meses el exportavoz de Sanidad del PP Santiago Cervera abandonó su escaño en el Congreso de los Diputados, poco se ha sabido de las circunstancias en las que quedó enterrada su carrera política iniciada en los noventa como militante de la Unión de Pueblo Navarro. Un trabajo de investigación que acaba de ver la luz escrito por tres periodistas vinculados a la asociación de consumidores Kontuz revela abundantes datos inéditos de los motivos que condujeron a que Cervera fuera detenido por la Guardia Civil hace poco más de un año y también sobre los acontecimientos previos que rodearon el expolio de la Caja de Ahorros de Navarra (CAN), episodio en el que los autores de “El Banquete” sacan a desfilar a personajes tan conocidos como Ricardo Martí-Fluxá, Aldo Olcese, Alberto Alonso Ureba, José Antonio Asiáin o Enrique Goñi, sin olvidar al expresidente navarro Miguel Sanz y a su sucesora al frente de la comunidad navarra, Yolanda Barcina. Es, en realidad, la triste historia de lo sucedido en las tripas de esta entidad desde su nacimiento en 2000 hasta su entierro en 2012, después de que sus gestores dilapidaran más de 1.000 millones de euros en su tarea de saqueo, sin que el Banco de España dijera esta boca es mía. La pasividad del ex gobernador Miguel Ángel Fernández Ordóñez ante tan penoso espectácculo es, si se quiere, lo único que se echa en falta en el libro.
Por el expolio de la CAN desfilan nombres tan conocidos como los de Ricardo Martí-Fluxá, Aldo Olcese, Alberto Alonso Ureba y José Antonio Asiáin
Cervera recibió en 2008 el encargo del PP de romper la Unión del Pueblo Navarro, formación en la que había iniciado su carrera política. Hizo bien su trabajo y fue recompensado por Mariano Rajoy con un puesto de salida en la lista por Madrid. Ganadas en 2011 las elecciones generales, no consiguió ser nombrado ministro de Sanidad, puesto al que accedió Ana Mato, y se sintió orillado en el Grupo Parlamentario Popular, momento en el que decidió recurrir a sus conocimientos sobre el final de Caja Navarra para plantar cara a quienes habían planeado su ruina política. En la diana principal puso a Yolanda Barcina.
Falta por investigar el papel tan pasivo que tuvo el Banco de España ante las irregularidades detectadas en la gestión de la entidad financiera
Según los autores del libro, los periodistas Aritz Intxusta, Patxi Zamora y Alberto Gil Pérez, la decisión de Cervera de airear los trapos sucios que acabaron minando la CAN fue la que le granjeó el odio de Barcina, de sus excompañeros de UPN y, con el tiempo, la que le colocaron como víctima de una celada que acabó con su detención en Pamplona después de acudir a recoger un sobre que no contenía, como él creía, información añadida sobre el expolio en la caja navarra, sino 25.000 euros en metálico, la prueba más comprometida para pillarle in fraganti.
La ruina política de Cervera comenzó cuando amenazó con airear los trapos sucios dentro de la Caja de Navarra
El trabajo describe como antes de acudir a recoger el sobre-señuelo, Cervera denunció en la comisaría del Congreso de los Diputados que estaba siendo seguido por desconocidos. Los policías, al tratarse de un diputado, montaron servicios de contravigilancia e incluso hicieron barridos microfónicos en su coche y en su domicilio. Incluso le entregaron un teléfono especial al que llamar si se sentía en peligro. Tres días después de ser detenido recogiendo el sobre, Cervera presentó una nueva denuncia, esta vez en el cuartel de la Guardia Civil de Moncloa porque se seguía sintiendo vigilado.
El Congreso de los Diputados le puso al exdiputado contravigilancia y le hizo barridos microfónicos en su coche y en su domicilio
La emboscada contra Cervera se inició, pues, con un correo en el que un anónimo le ofrecía documentación confidencial sobre la CAN y le citaba en un callejón oscuro de Pamplona. Con anterioridad, había recibido también otro correo anónimo el entonces presidente de la Caja, José Antonio Asiáin, en el que se le exigía 25.000 euros, la misma cantidad que después Cervera encontró en su sobre, a cambio de evitar la difusión de todos los trabajos hechos por él mismo y por su hijo para la entidad financiera a través de su despacho de abogados. Un guion excelente para una película de malos, en la que todavía queda por conocer el resultado final de la investigación judicial.