El año pasado, cuando Ignacio González era ya presidente autonómico, Esperanza Aguirre, que recibió la medalla de oro de la Comunidad, le robó el protagonismo a su sucesor. El viernes, por primera vez la presidenta del PP de Madrid no acudió a la Fiesta del Dos de Mayo y todo el protagonismo fue del actual presidente regional.
En la ceremonia de entrega de los premios que se celebra en la Casa de Correos no varió mucho el protocolo, aunque sí el pequeño concierto después de la entrega. Se interpretó música de Sabina, con batería y saxofones incluidos.
Hubo más gente que ningún otro año, aunque con menos caras conocidas, pero había más sociedad civil, más representantes de asociaciones y colegios profesionales. Se echó de menos a Arturo Fernández, presidente de CEIM, de viaje con el Rey por Oriente Medio, y a José Ricardo Martínez (UGT) por asuntos familiares.
A diferencia de otras ocasiones, en las que había pitos cuando se pasaba revista en la calle a las Fuerzas Armadas, este año no se escuchó más que silencio y el presidente pudo disfrutar, acompañado de su familia, de una mañana tranquila.
Los socialistas abandonaron la Casa de Correos pronto, como es costumbre, mientras que Cristina Cifuentes, departió amigablemente con todos cuantos quisieron acercarse, al igual que Ana Botella, elogiada por los suyos y algunos contrarios por rebajar impuestos y el servicio de aparcamiento de pago en los barrios.
A los asistentes siempre les llama la atención el tatuaje (un sol) que luce en una de sus piernas la delegada del Gobierno, muy visible cuando Cifuentes se sube a la tarima para presenciar el desfile de las fuerzas que participaron en la parada militar.
Mientras el desfile se celebraba en la plaza, con decenas de policías, guardias civiles, jueces, consejeros y asesores, un grupo de obreros trabajaba en día de fiesta sin el arnés obligatorio en un tejado de la Puerta del Sol.