Atardecer del domingo 27 de septiembre en Madrid. Expectación por doquier, en espera del cierre de los colegios electorales en Cataluña, donde ese día tenían lugar unas elecciones autonómicas calificadas por algunos de plebiscitarias. A borde de las 8 de la tarde-noche, nervios, muchos nervios. Y fue entonces cuando nuestro hombre, David Madí i Cendrós (Barcelona, febrero de 1971), consiguió meter el miedo en el cuerpo a no pocos notables madrileños, a quienes se dedicó a llamar adelantando los resultados –tantos años en la cocina electoral de CiU como jefe de gabinete de Artur Mas, Madí pasa por ser poco menos que “infalible” en asuntos de encuestas- de la jornada, que por supuesto daban la mayoría absoluta a la lista de Junts pel Sí, en la que figuraba emboscado el propio Mas, pero tanto en escaños como en votos, ahí es nada…!
Y el personal se acojonó, claro está. Y los teléfonos empezaron a sonar enloquecidos de un lado para otro con la mala nueva de esa mayoría en escaños y votos que convertía a la CUP en una anécdota y que adelantaba la tan temida declaración unilateral de independencia de Cataluña.
-Pero, ¿de quién es esa encuesta…? –preguntaban al otro lado.
-De David Madí, y ya sabes que éste no falla nunca –respondían.
-Buenooooo, entonces estamos bien jodidos…!
Porque el vaticinio de Madí, que se suponía tenía la mejor información del mundo, venía a desmentir radicalmente otras encuestas que a lo largo de la tarde habían estado circulando sobre la marcha de la votación, por ejemplo una de A3media, y que eran mucho menos favorables a los padres del prusés. Alguien, en ese ajetreado anochecer del domingo, tuvo la perspicacia de plantear una objeción llena de sentido común.
-Pero, oye, una cosa, qué va a decir Madí si es uña y carne de Artur Mas… Esa no es una fuente fiable!
-No, no, te equivocas, Fulano: hace tiempo que Madí está en el sector privado y no tiene ninguna relación con Mas…
Tururú…! La pura verdad es que David Madí, definido por don Arturo como “mi colaborador más cercano, más valiente y más querido”, sigue siendo el asesor, el cerebro, el responsable de todo lo que esa especie de jefe de planta de El Corte Inglés que es el todavía president ha llegado a ser. El verdadero responsable del diseño del prusés. El personaje cuyo talento, porque eso no se le puede negar a Madí, ha sido capaz de parir casi milimétricamente la hoja de ruta que ha llevado a Mas a convertirse en un illuminati independentista cuando hace apenas unos años no era ni siquiera nacionalista. Un producto de diseño. Un personaje salido del laboratorio mental del secesionista incorregible, este sí, que es Madí.
La botella vacía de Artur Mas
Salvador Sostres, íntimo de Madí desde la infancia, como sus respectivas familias, escribió el pasado 14 de septiembre en el diario ABC un largo artículo –muy recomendable– cuyo título casi lo dice todo: "Mas no existe". No existe porque es una creación de Madí. Merece la pena reproducir los primeros párrafos: “Mas es simplemente un cuerpo vestido por su mujer que dice y hace lo que por detrás le apunta David Madí, la única inteligencia política de Cataluña, que eligió a Mas con el objetivo de darle forma hasta conseguir el producto que el presidente de la Generalitat es ahora. Mas es una botella que Madí ha ido llenando con el uso”.
“Madí i Cendrós es nieto de Joan Baptista Cendrós, fundador de Òmnium Cultural. Así como su abuelo -ya en aquellos años independentista- fue el antagonista de Tarradellas, que siempre tuvo una idea de España, Madí fue el antagonista del pujolismo -nacionalista- y, como su abuelo, siempre fue independentista (…) Su único proyecto político era y es la independencia de Cataluña, pero le faltaba el hombre, el candidato para suceder a Pujol que, en el 2000, tras ganar por los pelos sus últimas elecciones, anunció que no volvería a presentarse. Como joven promesa del partido, a pesar de sus discrepancias con el patriarca, había tenido en 1997 -junto con Oriol Pujol, Quico Homs y Germà Gordó- acceso a la jefatura de gabinete de un conseller, y eligió a Mas, entonces consejero de Economía”.
Madí, inventor de la expresión “derecho a decidir”, logró por fin que la botella vacía que era Mas alcanzara la presidencia de la Generalitat en las autonómicas de 2010, 62 diputados, y entonces, objetivo cumplido, decidió abandonar –es un decir– la política, no sin antes dejar perfectamente perfilada a su pupilo la hoja de ruta precisa para llegar al desafío definitivo con la España constitucional. Porque, en la mejor tradición convergente, la tradición de los Pujol, los Alavedra, los Prenafeta, Madí decidió entonces que ya estaba bien de hacer el capullo en política y que había llegado el momento de hacerse rico.
Restaurante de gran copete en el Liceu
Su ocupación nominal es la presidencia del consejo asesor de Endesa en Cataluña, la filial de la empresa pública italiana Enel que en Madrid pastorea Borja Prado y Colón de Carvajal, un empleo que le debe dar tanto trabajo, tanto, tanto, que a Madí le queda tiempo para ser vicepresidente de Applus, consultor de Deloitte (casualidad o no, los contratos de la multinacional con la Generalitat se han multiplicado desde entonces), y propietario de un par de consultoras (una de ellas llamada Nobul Consulting), desde la que ofrece servicios a empresas varias. Esto entre otras muchas cosas. Cosas como, por ejemplo, abrir un restaurante de lujo en la sexta planta del Gran Teatro del Liceo, aventura para la que, según parece, cuenta con la colaboración de algunos inversores y de los famosos hermanos Roca, del Celler de Can Roca, tres estrellas Michelin.
Se da la circunstancia, pura casualidad, que Artur Mas, en su condición de capo de la Generalitat, es el presidente de honor del patronato de la Fundación Gran Teatre del Liceu, mientras que el propio Madí es miembro de su Consejo de Mecenazgo. A su vez, destacado mecenas del Liceu es la Endesa que preside Borja Prado. Todo queda entre amigos. Don David ya dispone de las autorizaciones municipales oportunas, otorgadas antes de que Xavier Trias fuera desalojado de la alcaldía de Barcelona por Ada Colau. ¿Sabía algo Artur Mas, como presidente de honor del patronato del Liceo, de los negocios de su amigo, mentor y casi “inventor” con el Liceu? Lo dicho: en la Cataluña nacionalista todo queda en casa.