Felipe González ha dejado de tener el arropamiento de su partido de otras épocas, cuando cualquier actividad en la que participaba reunía a los pesos pesados del socialismo y, sobre todo, a la ‘vieja guardia’ con la que nutrió sus sucesivos gobiernos entre 1982 y 1996. Hace unos días, el invitado a un desayuno organizado en un hotel madrileño era Juan Luis Cebrián, pero González era el presentador y solo acudieron a escuchar sus reflexiones sobre la crisis económica y sobre Cataluña sus más leales: Carlos Solchaga, Rosa Conde, Trinidad Jiménez y poco más, ya que el resto de los asistentes, como la exvicepresidenta Elena Salgado o Cristina Narbona, iban con el dorsal del Grupo Prisa.
Entre altos dirigentes socialistas se comenta la orfandad mediática que sufre el PSOE, de la que un sector muy amplio del partido culpa a José Luis Rodríguez Zapatero. “Nos dejó huérfanos al entregarse a Pedro J. Ramírez”, resume un veterano socialista, al recordar los mimos que el expresidente dio al director de El Mundo y lo mal que gestionó desde el Gobierno la relación con Prisa, primero mirando por encima del hombro a Jesús de Polanco, ya fallecido, y después intentando reconducir con sus hijos una relación de amor odio que se hizo imposible. Hace unos días, cuando tuvo la oportunidad de exteriorizar sus fidelidades, Cebrián solo encontró palabras de elogio para Mariano Rajoy: "No ha hecho como Aznar y Zapatero, que intervinieron en los medios de comunicación para hacerse con ellos, se los dieron a sus amigos y se los quitaron a los que les caían mal…”, apuntó el capo de Prisa.
La actual dirección del Partido Socialista se siente desamparada en el agitado mundo mediático y sin soportes que la avalen, a pesar de las buenas relaciones que sigue manteniendo Alfredo Pérez Rubalcaba con Prisa y de la mediación que en algún momento ha hecho Felipe González. Sigue pensando y mucho en la sede federal del PSOE el respaldo que dio Zapatero a Pedro J. Ramírez, con quien sigue viéndose muy a menudo, ocioso como está en su cómodo sillón del Consejo de Estado. Tanto se ven e intrigan, aseguran en Ferraz, que el expresidente utiliza las páginas de El Mundo para promocionar a Eduardo Madina, el joven diputado vasco que aspira a jubilar a Rubalcaba. El secretario general del PSOE lo sabe, pero mira para otro lado porque no quiere enfrentamientos abiertos con nadie, asegura un miembro de su equipo de confianza.