"Rajoy me propuso ser ministro, pero yo no decliné". No una, sino hasta en dos ocasiones, Jaime Pérez Renovales ha soltado la frase ante sus comensales en estas comidas de amistad-negocio que hacen bullir los mediodías en los restaurantes trendys de Madrid. Las charlas, al menos las que han llegado a oídos de este Buscón, se vivieron ya con Renovales pertrechado con la corbata roja en su atuendo.
El mensaje del nuevo secretario del consejo del Santander se desmonta desde Moncloa y Génova. "De eso, no hay nada. Nunca se le propuso ser ministro. Eso es a lo que él le hubiera gustado". Algunos lo dicen con tono crítico hacia Renovales, quizás por viejas heridas de combate con la mano derecha de Ana Botín cuando todavía era mano derecha de Soraya Sáenz de Santamaría. Otros, sin embargo, que redundan en este mismo argumento, le dan otro aire a la afirmación. "Jaime es un gran hombre de Estado y, como tal, es lógico que tuviera estas lícitas aspiraciones".
En círculos financieros, que desonocen si uno (Renovales) no quiso ser ministro o el otro (Rajoy) nunca se lo propuso, -"eso queda para la web 'Versión Original de la alcaldesa Carmena", suelta alguno con sorna-, si insisten en que la vuelta del abogado del Estado al mundo Santander se debe a las "enormes presiones " (sic) que vino soportando desde que Ana Patricia asumió la presidenta del gigante financiero.
"Pérez Renovales era la gran pieza del gran puzzle de cambios que tenía diseñado Ana Patricia para el Santander. De ahí que haya acelerado su vuelta al banco antes de que haya concluido la legislatura", asegura un banquero que le conoce bien.
Lo cierto es que su silenciosa salida del Ejecutivo, el primer cambio de una cacareada crisis de Gobierno que sólo se llevó por delante a José Ignacio Wert en Educación, Cultura y Deportes, sigue estando llena de teorías. Desde aquellas que aseguran que abandonó el Gobierno desencantado por no tener protagonismo en esa remodelación del Gobierno, que nunca se llegó a producir, a otros que fortalecen sus argumentos en 'poderoso caballero es don dinero'. Su nómina anual en el banco puede alcanzar los 5 millones frente a los menos de 60.000 euros que percibía como subsecretario de Presidencia.
En ese viaje, perdió dinero pero ganó poder. No en vano, por sus manos ha pasado toda la cocina de la presente legislatura. Leyes, decisiones, normativas guardadas en el cajón, todo tipo de papeles y el complicado juego de relaciones en un Gobierno manejado hasta hace pocas semanas por Soraya Sáenz de Santamaría.