Contra todas las apariencias, que ya se sabe que engañan, la entrevista que la directora de Informativos de Antena 3, Gloria Fernández-Lomana, realizó el lunes por la noche al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha levantado ronchas en el palacio de La Moncloa. Y resulta que el cabreo en Presidencia no es fingido, sino real y muy real, seguramente porque no esperaban el menor contratiempo en un partido que se jugaba en casa y con contrincante amigo, porque la cadena de José Manuel Lara es, en efecto, una cadena amiga.
Pero ya dice el refrán que a la mejor puta se le escapa un pedo, con perdón, y Gloria Lamala, como algunos le llaman en A3tv, tan elegante, tan vistosa, tan puesta, tan modosa ella con su melena a lo Nekane, parece que se saltó algunos límites o fronteras que habían sido más o menos previamente pactados. Los ayudas de cámara del Presidente le habían aleccionado convenientemente para que insistiera en los dos mensajes troncales que Moncloa quería dejar claros durante la entrevista.
Por un lado, la certeza de que lo peor de la crisis económica ha pasado ya, la recesión es agua pasada y el crecimiento y la creación de empleo están a la vuelta de la esquina. Y, por otro, el mantra que Presidencia del Gobierno ha institucionalizado en torno a una cuestión tan grave como la del secesionismo catalán: “mientras yo sea presidente, y me atrevo a decir que también después, no habrá referéndum por la independencia de Cataluña, y ninguna región se separará de España…”.
Pues bien, parece que en Moncloa los Arriolos no esperaban –hace falta ser cortos- que Lomana sacara a relucir los problemas con la Justicia de la Infanta Cristina. El cabreo con este asunto es morrocotudo, y está hasta cierto punto justificado, porque don Mariano, tan parcamente dotado para los rifirrafes dialécticos, se dejó muchos pelos en esa gatera, se comprometió mucho con la hija del Rey, y de una forma que podría pasarle factura en el futuro. Preocupación.
A la Infanta le irá bien
“Yo tengo que respetar la decisión de los jueces y fiscales y a mí lo que me gustaría es que, como muy bien dijo el Rey, todos seamos iguales ante la Ley, y eso significa también que todos tenemos derecho a la presunción de inocencia… La infanta también tiene derecho a la presunción de inocencia y, de momento, lo único que ha ocurrido es que se le ha citado a declarar, no se le ha condenado por nada, y yo estoy absolutamente convencido de que a la Infanta le irá bien…".
-¿Cómo que le irá bien…? ¿Quiere usted decir que no habrá juicio? –repregunta una Lomana por una vez decidida a cumplir con su obligación de aguerrida periodista-.
-No (responde Mariano), que yo estoy convencido de su inocencia.
Fue quizá la frase clave de la entrevista. La certificación de que tanto el Gobierno de la nación –con Gallardón a la cabeza-, como el primer partido de la oposición y resto de las fuerzas vivas del Régimen, están empeñados en sacar a la Infanta de este trance cueste lo que cueste. Tan rotunda declaración mereció enseguida los titulares de la prensa de internet, y la sospecha generalizada que la defensa de la Infanta era consecuencia de un pacto previo entre el Rey y el presidente del Gobierno.
Y luego ya lo que tiene soliviantadas a las buenas gentes de Moncloa es el asunto de los puros. ¿De los puros…? Pues sí, porque, muy al principio de la interview, la jefa de Informativos de Antena 3 propuso al entrevistado una suerte de preguntas cortas, a modo de flashes o pellizcos de monja, sobre varias cuestiones concretas –“usted tiene que responder sí o no, ¿vale?-. La quinta y última de tales preguntas tuvo que ver con el escándalo Bárcenas.
-¿Ha cobrado usted dinero negro…?
-¡NO…! –responde Rajoy, formando con sus labios una “o” gestual toda rotundidad.
-Ni en cajas de puros, ni en sobres, ni en mano…
-¡NO…!
Y es la referencia a los puros, es decir, al eventual cobro de sobresueldos en especie, lo que tiene en armas al personal de Moncloa que rodea al Presidente, desde Pedro Arriola a Carmen Martínez de Castro, pasando por toda la oficina de prensa. Alguien tendría que decirles que su preocupación debería centrarse en el formato de una entrevista rígida, encorsetada, fría a más no poder, carente de la menor espontaneidad y, sobre todo, ausente de ese mensaje de ilusión que muchos españoles podían estar esperando a la hora de la cena. Pero no, lo importante son los puros. ¡Por eso, mucho cuidado, Gloria, no te vayan a meter un puro…!