Hay que ver cómo es la vida. Seguro que Antonio Fernández-Galiano tenía bastante claro a principios del año pasado que, cuando uno escupe para arriba, recibirá tarde o temprano el esputo en su rostro si no se mueve del sitio, pues no hay una ley universal de más fácil comprensión que la de la gravedad. Sin embargo, quizá no barajó que, en ocasiones, no basta con apartarse, pues puede desatarse una de esas brisas traicioneras que desvían la trayectoria del salivazo y le hacen descender describiendo una irónica parábola que encuentra su final en el semblante del escupidor, que fue precavido y se apartó, pero recibió igualmente el lapo. ¿Quién le iba a decir al pobre Antonio que iba a ser Unidad Editorial la que financiara la puesta en marcha del nuevo periódico -competidor- de Pedro J. Ramírez cuando, el pasado febrero, le apartó de la dirección de El Mundo y le impuso un silencio de dos años?
Pedro J. desveló tras las campanadas de fin de año algunos detalles de su nuevo proyecto periodístico, un diario digital que se llamará El Español y que pretende erigirse como uno de los abanderados de la regeneración política y social de este pobre país nuestro. Ni más, ni menos. Como él mismo reconoce, fundarlo no estaba entre sus planes, pero su salida de El Mundo y la abrupta forma en que se produjo le condujeron inexorablemente a ello. Por su despido, percibió 5,3 millones de euros que ha anunciado que destinará de forma íntegra a su periódico. Es decir, a hacer la competencia a su antigua empresa, que financiará involuntariamente a su nuevo rival.
De momento, Ramírez afirma que El Español está en fase embrionaria. “Aún somos cuatro gatos”, incide. Pero el periodista tiene confianza en que de su idea saldrá algo grande, algo influyente que sea capaz de mojarle la oreja al poder. Su cuartel general se encuentra en la madrileña avenida de Burgos, en una dependencia que, según ha podido saber este Buscón, todavía necesita una, dos o tres manos de pintura y unos cuantos apaños. Eso sí, una parte del corazón del proyecto late en Londres, donde el experto en diseño digital Alfredo Triviño y su equipo trabajan para darle forma a la nueva cabecera.
Además de con el dinero de su despido, Pedro J. podrá contar al principio con las aportaciones de los “microsocios” que prevé reclutar en febrero. Estos, tendrán la opción de entrar en el proyecto con aportaciones de entre 100 y 5.000 euros. “Con esto, más allá de financiar el proyecto, pretendemos crear una base social de personas que compartan nuestra visión de la sociedad española y del periodismo”, asegura el editor, que avanza que en los próximos meses decidirá qué contenidos de su periódico serán gratuitos y cuáles de pago.
En Unidad Editorial, se respira cierto optimismo después de que los mandamases italianos de Rizzoli hayan expresado su satisfacción por la pequeña remontada experimentada en el tercer trimestre de 2014, de la mano de un incremento de la facturación publicitaria. Pero su deuda es multimillonaria, las cifras de ventas de El Mundo han experimentado un descenso inquietante en los últimos años y los resultados de proyectos como Orbyt son más que cuestionables. Por eso, el canguelo continúa y quizá se haya multiplicado últimamente al cerciorarse de lo alto que apunta la mirada de Pedro J. Ramírez cuando se refiere a su nuevo periódico. De momento, parece que no le faltará repercusión, al menos, a juzgar por los 50.000 seguidores que consiguió en Twitter en sólo 24 horas, el primer día del año.