La ministra de Hacienda María Jesús Montero quiere armonizar los impuestos de Patrimonio, Sucesiones y Donaciones. O sea que los suban las comunidades autónomas que los tienen más bajos, Madrid, Andalucía, Cantabria o Castilla y León. Dice que hacen dumping. Desde luego es llamativo que un Gobierno dispuesto a cederlo todo a los gobiernos nacionalistas de Cataluña y País Vasco, un gobierno que hace gala de federalismo o, incluso de defender una España confederal, quiera eliminar el rasgo más característico del federalismo: la capacidad normativa en determinados impuestos.
Ni el impuesto sobre el Patrimonio, ni el Impuesto de Sucesiones y Donaciones afectan a la unidad de mercado. De hecho en la mayoría de países el de Patrimonio no existe y el de Sucesiones y Donaciones es absolutamente dispar según el país. Si algo define al federalismo fiscal es el lema “votar con los pies” es decir el ciudadano elige donde vivir en función de lo que recibe del estado y de lo que debe pagar en impuestos.
En todo caso, puestos a armonizar, ¿porque no se obliga a armonizar a la baja? Los catalanes se lo agradeceríamos. Pagaríamos menos y el Govern tendría menos dinero para malversarlo en el procés. Pero no, eso no toca, que los nacionalistas catalanes sostienen al gobierno.
Es llamativo que un gobierno que hace gala de federalismo o, incluso de defender una España confederal, quiera eliminar el rasgo más característico del federalismo: la capacidad normativa en determinados impuestos
Ocurre algo parecido con la desjudicialización de la política. Todo el discurso ha acabado abruptamente en cuanto una comunidad autónoma ha legislado en algo que no gusta, por motivos ideológicos que no competenciales, al Gobierno central. Frente al intento de golpe de estado, desjudicialización. Por regular el llamado pin parental, un aspecto tan vinculado a la libertad de conciencia como las clases de religión, recurso inmediato y petición de suspensión cautelar.
Si hay algo en lo que tiene sentido tener en cuenta las diferencias entre comunidades autónomas es en las cuestiones derivadas de las creencias de los ciudadanos. En EE.UU se puede legalizar o no la marihuana o aplicar o no la pena de muerte, o regularse de forma muy dispar la compra de armas de fuego según los estados. Aquí mucho federalismo de boquilla, mucha concesión al independentismo, pero un irrefrenable afán centralizador y homogeneizador cuando algo no gusta.
Frente al intento de golpe de estado, desjudicialización. Por regular el llamado pin parental, un aspecto tan vinculado a la libertad de conciencia como las clases de religión, recurso inmediato y petición de suspensión cautelar
Armonización fiscal y judicialización de las creencias individuales son dos ejemplos de que los principios ideológicos son solo eslóganes propagandísticos para incautos que ceden inmediatamente al interés partidista.
Pero no debemos sorprendernos. Hay que olvidar los atentados de ETA o de Terra Lliure pero hay que reabrir la Guerra Civil. Se puede blasfemar, pero no poner en cuestión determinados planteamientos ideológicos. Se dicen defensores de la igualdad de la mujer y amparan el velo islámico. Defienden el aborto en aras a la libertad de la mujer y condenan la gestación subrogada. La coherencia no es una virtud de la que anden sobrados. O quizás si, son coherentes en su sectarismo.