La comparecencia del Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para endurecer las medidas de confinamiento ha sido confusa, además de un mitin exculpatorio y de frases vacías. Esperemos que el BOE nos aclare cuáles son los sectores esenciales, o dicho de otra manera, quién podrá trabajar
presencialmente, pero no será fácil tirar la raya. La realidad palpable es que, salvo la
construcción, pública o privada, actividad claramente no esencial y que no había parado
completamente, el resto va a ser difícil de delimitar y de escasa relevancia a efectos de la
pandemia, entre otras cosas porque la mayoría de empresas ya no registraban actividad
presencial. De hecho el pico de la pandemia parece que ya se había alcanzado antes de este
endurecimiento.
El ’endurecimiento’ sirve esencialmente para enviar el mensaje de que se ha hecho todo lo
posible. Sirve además para frenar la disidencia no sólo de los independentistas catalanes sino
de otras comunidades que se habían apuntado al ‘confinamiento total’. La clase política cierra
filas, aparentan que hacen algo, y trasladan las culpas. Los independentistas a Madrid. El
Gobierno a Europa, a los recortes de otros, a los ciudadanos que sacan a pasear al perro y a los
técnicos que son los que, según ellos, deciden. "Somos unos mandaos", ha venido a decir
Sánchez. Como si ellos no hubieran elegido a sus asesores. Los políticos no deberían abusar de
esta tesis porque los ciudadanos podemos pensar que sobran.
Me parecería respetable que el Gobierno dijera: señores nos equivocamos, minusvaloramos la gravedad de la pandemia, eso nos hizo reaccionar tarde y ya no hemos podido hacer a tiempo las políticas adecuadas
Todo menos asumir la responsabilidad de sus errores. Me parecería respetable que el Gobierno
dijera: señores nos equivocamos, minusvaloramos la gravedad de la pandemia, eso nos hizo
reaccionar tarde, y ya no hemos podido hacer a tiempo las políticas adecuadas: tests masivos,
aislamiento y seguimiento de positivos, más hospitales de campaña para descongestionar los
hospitales , focos de contagio, compra de respiradores y otro material imprescindible, compra
masiva de hidroxicloroquina, etc.
Por eso, ahora, hemos de tomar medidas como el
confinamiento cuyo coste económico será muy grande pero a estas alturas es lo único que se
nos ocurre hacer. Ya sé que esto es imposible, pero sería una muestra de honradez y dignidad.
No hay estrategia, sólo reacción a destiempo.
Debemos ya empezar a señalar que el coste económico de su ineficacia va a tener
repercusiones sociales más o menos dramáticas, pero graves en cualquier caso, según se
alargue el confinamiento. Paro masivo, posibles saqueos, malestar social que favorecerá los
extremismos, suicidios , degradación de los servicios públicos etc. La disyuntiva ética que
algunos plantean para apoyar las medidas sin críticas, hay que optar entre salvar vidas o
salvar la economía, es falsa. Ambos frentes son imprescindibles. Si se hubiera actuado
diligentemente el problema no hubiera alcanzado la dimensión actual. No sólo en España,
triste consuelo.
Se va a generar más cierres de empresas, que parece que deben aguantar por decreto lo que les echen, además de quedar, como siempre, como los malos de la película
Además, más que probablemente, los 15 días anunciados deberán prorrogarse, nos van
pastoreando poco a poco, y la reincorporación, cuando se produzca, habrá de ser
necesariamente progresiva. Por si fuera poco, después de aprobar un sistema de ERTES , ahora
salen con que las empresas han de seguir pagando los salarios y enviar los trabajadores a casa.
Las horas pérdidas se recuperarán con más horas trabajadas, que veremos si son necesarias y
productivas. Una discriminación difícil de entender y que va a generar más cierres de empresas que parece que deben aguantar por decreto lo que les echen, además de quedar , como
siempre , como los malos de la película.
Me dirán que no es el momento de criticar, como ha hecho el presidente, sino de arrimar el
hombre. No son actitudes incompatibles, al contrario, ambas son imprescindibles.