El consejero de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, firma un artículo en El Punt-Avui, el sábado 18, que reivindica el principio de subsidiaridad, "lo contrario de lo que se ha hecho desde el Estado español con el coronavirus, que ha centralizado la toma de decisiones en vez de permitir que los que estamos más cerca de la gente fuéramos quienes nos ocupásemos".
Y, ante la perspectiva de grandes acuerdos auspiciados por el Gobierno, expone el temor existente en la administración autonómica: "El Estado español quiere aprovechar la crisis para proponer un pacto que intentará hacer tabla rasa de sus fracasos democráticos, lo que han denominado nuevos pactos de la Moncloa. Así, no: que nadie intente convertir el debate y los acuerdos socioeconómicos que necesitaremos para superar la pandemia en una Loapa sanitaria. Estamos centrados en la gestión de la emergencia y en la recuperación, y nos sentaremos a hablar de medidas sociales y económicas, de reparto de deuda o de obtención de fondos europeos para hacer inversiones sostenibles, pero no facilitaremos que se abran agendas ocultas de recentralización". Parece lejos el tiempo del Spain, sit and talk, cuando lo que se quería era únicamente hablar, 'de igual a igual', sobre cómo aplicar la secesión.
Lo más significativo es que deja para el final una breve referencia al gran tema de los últimos años: «Es esta incapacidad de reformarse [el Estado] la que precisamente avala la necesidad de independencia.» Vale, pero, de momento, con el irreformble estado vamos a hablar de «medidas sociales y económicas».
La UME no hacía falta
En el diario Ara, David Fernández hace una exhibición de antimilitarismo de parvulario a propósito de lo que llama "la militarización de la gestión de la crisis (…) más estética que operativa".
Critica, como ya es habitual en estos medios, la presencia de la Unidad Militar de Emergencias, cuyos efectivos, "que tanta atención acaparan, representan el 2,3% del total de las fuerzas armadas" y cuyo presupuesto de 150 millones "supone el 0,7% del elevado presupuesto de defensa". "Procede preguntarse entonces qué hacen o qué se hace con todo lo demás: es decir, 150.000 efectivos más". Pues en las fuerzas armadas hay múltiples especialidades, y aquí ha intervenido, no cualquiera, sino la unidad que le tocaba. Y no desfilando precisamente con el uniforme de gala.
Sigue un gran reproche: "Treinta efectivos de la UME se desplazaron el 19 de marzo al aeropuerto del Prat para desinfectar con lejía las instalaciones. Vinieron y se fueron: las que se quedaron fueron las 400 mujeres de la limpieza que lo hacen cada día y cada noche". Por supuesto. Si sobraran efectivos militares y los de la UME aún estuvieran en el aeropuerto pasando la mopa, David Fernández es quejaría de la militarización del espacio público o del estado de sitio encubierto o algo así.
La CUP por la autodefensa contra la policía racista
La CUP ha dirigido una carta al presidente de la Generalitat, la delegada del Gobierno en Cataluña y la alcaldesa de Barcelona para dar a conocer su "profundo desacuerdo y enérgica indignación" por las actuaciones policiales "con el único objetivo de identificar a vecinos y vecinas para iniciar los trámites de su expulsión por el único motivo de no cumplir con los requisitos administrativos de la racista [sic] ley de extranjería". La Ley Orgánica 4/2000, llamada de extranjería, está vigente; ¿qué tiene de extraño que se aplique?
Con el habitual uso de la hipérbole que les caracteriza, insisten en que "las tres administraciones, estatal, autonómica y municipal, están utilizando el marco de excepcionalidad que impone la declaración del estado de alarma por la crisis del Covid-19 con finalidades totalmente ilegítimas y propias del racismo y la xenofobia institucional".
Siempre con un pie en el límite de la subversión, "entendemos que frente a actuaciones abusivas de los cuerpos policiales, es imprescindible la autoorganización popular y vecinal para ejercer la autodefensa y proteger nuestros vecinos y vecinas".
El desastre español
Andreu Barnils en Vilaweb duda que la presente crisis haga cambiar la manera de pensar de nadie y afirma que "independentistas como yo vemos confirmada nuestra visión del desastre español. No creemos que las más de 20.000 muertes (y subiendo) sean casualidad, ni sorpresa, sino el último y brutal ejemplo de un centralismo ideológico, españolista, ineficaz, que hace años que soportamos".
Y citando un artículo del profesor de Harvard Dani Rodrik expone la idea que, ante la pandemia, los países se convierten en exageraciones de sí mismos, y así Alemania, que ya era federal, se ha vuelto más federal todavía, y España, que ya tendía al centralismo, se ha vuelto más centralista. Podríamos añadir que los independentistas, que ya se consideraban irreversiblemente independentistas, en estos momentos sólo encuentran motivos para elevar su estrategia política a niveles de obcecación.
El de Exteriores, sin pausa pero sin prisas
Entrevista en el Nacional a Bernat Solé (ERC), consejero de Acción Exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia, que, respecto a las controvertidas embajadas de la Generalitat, afirma con contundencia: "Lo que ha dejado clara esta crisis, este coronavirus, es que nos hacen todavía más falta delegaciones más fuertes por todo el mundo y en aquellos espacios donde hemos notado vacíos se tendrá que reforzar esta presencia". Habrá más; concretamente, "lo que está claro y es una evidencia es que zonas como el sudeste asiático o el continente africano son un vacío y, por lo tanto, habrá que buscar fórmulas para que Cataluña pueda ser explicada en estos territorios".
Sobre la actuación del Gobierno, abunda en el rechazo habitual: "Ha mostrado su cara más recentralizadora e incluso, en algún caso, el lenguaje más bélico. Cuando en Cataluña hacíamos las ruedas de prensa mostrando a nuestros profesionales médicos o a nuestros profesionales de protección civil, el Estado ha mostrado al ejército".
No cree que se pueda dejar aparcado el conflicto con Catalunya: "Los debates se pueden aparcar cuando hay otras prioridades, pero no quiere decir que desaparezca. En Cataluña hay una mayoría amplia de personas que quieren decidir este futuro". Sigue siendo "una de las principales prioridades del Govern", aunque la reanudación de la mesa de diálogo no es inminente: "Si para eso hay que esperar, esperaremos el tiempo que haga falta".
La peste del s. XVII
El Nacional presenta una pieza de divulgación histórica sobre "la peste que llegó con los Tercios de Felipe IV", y causó "la muerte a 60.000 personas (un 12% de la población del país); la mitad en Barcelona (el 60% de los habitantes de la capital)". Se originó en el sureste asiático y se expandió de Este a Oeste por el Imperio otomano, hasta llegar al litoral argelino, donde la plaza fuerte de Orán pertenecía al Imperio español.
"Hay un consenso general entre los investigadores, sobre todo con respecto a señalar al estamento militar como el principal agente introductor de la peste en Cataluña". Por aquellos tiempos, la mayoría de la población no viajaba mucho. Es lógico que sean las idas y venidas de la soldadesca por el territorio las que propaguen epidemias.
Y, como si no fueran suficientes para su expansión las condiciones higiénicas de la época, la peste también era un arma de guerra: "El asedio hispánico sobre Barcelona (iniciado el 4 de agosto de 1651) inoculó, de nuevo, la peste en la ciudad. El intercambio de cadáveres infectados (vía catapulta o vía aguas canalizadas), de un lado al otro de la muralla, era una práctica habitual y una versión primigenia de la actual guerra bacteriológica".