El Liberal - Opinión

Volver a la política, sí. Pero no a la de siempre

Hoy martes, editorialistas y muchos opinadores en Cataluña hablan de volver a la política. De dejar atrás la judicialización. De negociar y pactar. Bonitas palabras. ¿Quién no está de acuerdo

  • Manifestantes se dirigen al aeropuerto de El Prat

Hoy martes, editorialistas y muchos opinadores en Cataluña hablan de volver a la política. De dejar atrás la judicialización. De negociar y pactar. Bonitas palabras. ¿Quién no está de acuerdo con estos principios?

La cuestión es de lo que hay que hablar. ¿Se debe olvidar el daño que han hecho, económico y de imagen, los alborotos de ayer y los que se van a volver a producir instigados desde instancias del Govern?

¿Hay que volver a una negociación bilateral entre gobiernos olvidando, otra vez, las reivindicaciones de la Cataluña no secesionista?

los catalanes no independentistas no pueden volver a ser utilizados como moneda de cambio en maniobras políticas cortoplacistas

No me parece buena idea. Sería pan para hoy y hambre para mañana. Cualquier pacto ha de contemplar lo innegociable: que Cataluña vuelva a ser gobernada democráticamente. Ello significa atender las reivindicaciones mínimas de los no nacionalistas. Una televisión pública que puede ser partidista, todas los son, pero no un agente de agitación y propaganda como se refleja constantemente en la Sentencia del ‘procés’. Una escuela neutral, libros de texto aprobados por una comisión técnica independiente nombrada por el Parlament con mayorías reforzadas. Una implementación inmediata vía legal de las sentencias que establecen que el castellano sea, junto al catalán, lengua vehicular en la escuela.

Si de lo que se trata es de reforzar en el poder a quienes ya han manifestado reiteradamente su deslealtad, y que siguen alterando la vida de los ciudadanos con un elevadísimo coste para Cataluña, el próximo pulso, aprovechando el momento adecuado, por ejemplo una nueva crisis económica, puede ser el definitivo. Y aunque no sea así y nunca logren sus objetivos, los catalanes no independentistas no pueden volver a ser utilizados como moneda de cambio en maniobras políticas cortoplacistas.

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