En plena crisis del coronavirus, mientras día a día subían de forma alarmante los datos de muertos y contagios, Francia requisó un cargamento de cuatro millones de mascarillas que tenían como destino los dos países más afectados por la Covid-19: España e Italia. Los autoridades galas retuvieron durante dos semanas el pedido, con material importado de China y que iba a ser enviado por una empresa sueca.
El escándalo ha sido revelado por el diario francés L’Express. La empresa sueca Mölnlycke estaba dispuesta a dispuesta a distribuir desde su centro logístico, en Lyon, el cargamento, llegado de China al aeropuerto de Marsella, cuando el presidente de la República, Emmanuel Macron, dictó una orden que habilitaba al Gobierno galo para incautar material sanitario para hacer frente a la epidemia, en general.
El cargamento con cuatro millones de mascarillas quedó retenido por el Secretariado General de la Defensa y la Seguridad Nacional, en virtud de la lucha contra el virus y la posibilidad de que las autoridades francesas incautaran todo el material necesario para frenar la epidemia. Y la situación se prolongó durante dos semanas en las que Suecia presionó para que Francia cediera, como ocurrió finalmente.
Según revela L’Express, las autoridades francesas tenían “instrucciones de no requisar toda la producción” para así “dejar un poco a los amigos” europeos. "Nuestros interlocutores lloraban por teléfono, necesitaban las mascarillas”, añade el diario, citando a fuentes de la empresa: “Era terrible”.
Tras dos semanas de presiones, Francia aceptó permitir que el cargamento llegara a España e Italia, aunque no al completo. Sólo llegaron a sus destinos dos millones de mascarillas. Los dos millones restantes se quedaron en el país galo, para sí, así como para reexportación, según señala el diario francés, que agrega que Mölnlycke ha decidido no volver a transitar por este país para garantizar la distribución de sus pedidos.