Para ellos, la solución es sencilla: Thomas Sargent y Christopher Sims, ambos premiados el 10 de octubre del Premio Nobel de Economía por su trabajo sobre "la causa y el efecto en la macroeconomía", declararon durante una conferencia de prensa la Universidad de Princeton que la crisis del euro "no era un tema nuevo."
Al igual que en sus estudios macroeconómicos, las expectativas son racionales: la UE debe imitar el modelo de la crisis fiscal de 1776, cuando Estados Unidos declara su independencia. El joven país decide unir todas las deudas de los estados en una deuda federal, para asegurar una mayor credibilidad, y financiación.
Aplicada en Europa, tal medida resultaría en la creación del federalismo fiscal. "Si el euro debe sobrevivir, la zona euro tendrá que concebir una forma de compartir las cargas presupuestarias y vincular la competencia presupuestaria al Banco Central Europeo y a su papel como prestamista de último recurso."
Hoy en día, según Sims, permanecer en relaciones en las que los gobiernos deciden la política fiscal, implementada luego por el BCE no puede augurar más que "sombrías perspectivas para el euro". Tampoco la solución podría ser que algunos países abandonen la moneda única.
La crisis del euro no es el principal problema
Desde otro punto de vista, Nassim Nicholas Taleb, autor del "Cisne Negro", apunta lo desconocido en el panorama económico global. El principal problema, dijo, sigue siendo la deuda de EE.UU., no la crisis de la zona del euro, acusando a Estados Unidos de "transformar los problemas privados en deuda pública."
Taleb es conocido por haber popularizado el término "cisne negro" en economía, derivado de la antigua creencia occidental de que todos los cisnes eran blancos hasta el descubrimiento de un cisne negro en Australia en 1697. Una forma de plantear la idea de que los eventos impredecibles se producen con más frecuencia que lo que los analistas puedan prever.
Juan Laborda defienda la misma idea en su blog de VózPopuli Desde la Heterodoxia. A través de su trabajo, los investigadores como Sargent y Sims justifican las políticas económicas con consecuencias imprevisibles, o demasiado previsibles: “Detrás de las expectativas racionales, y de la hipótesis de mercados eficientes, está el origen de toda una familia de teorías en gestión de carteras, valoración de activos, y control de riesgo, que predicen que el riesgo de los mercados financieros es muy pequeño, completamente valorable y manejable. Las autoridades económicas y financieras a lo largo del mundo han utilizado estos argumentos para legitimar decisiones económicas y políticas, que acabaron por generar una sobreabundancia de bienes de consumo, una sobreoferta de productos agrícolas, desempleo, pobreza, y estrés medioambiental, y que, en el fondo, han constituido el germen de la actual crisis económica y financiera.”