El problema real de endeudamiento de la economía española se encuentra en el sector privado. La suma de la deuda de sociedades no financieras, sociedades financieras y familias se situaba en el 327% del PIB al final primer trimestre de 2011, según cálculos realizados por Voz Populi a partir de los últimos datos de Banco de España, y recogidos en el cuadro adjunto. Por contra, la deuda de las Administraciones Públicas alcanzaba el 70,6% del PIB, cifra que incluye Administración Central, Comunidades Autónomas, Corporaciones Locales, y Administraciones de la Seguridad Social.
En ese período, el total del balance financiero de la economía española alcanzaba los 9,11 billones de €, lo que supone un 851% del PIB nominal de la economía española. El incremento desde el año 2002 ha sido muy notable, pasando de un 600% a casi un 851% en 2011, es decir, el crecimiento de la economía financiera ha sido muy superior al de la economía real. Ello prueba cómo la economía española ha ido perdiendo, en términos relativos, peso en materia de actividad productiva y ganándolo en activos financieros.
Esta gran expansión financiera se ha debido, en gran parte, al aumento tan significativo de la deuda contraída por los agentes económicos, fundamentalmente deuda privada de las sociedades no financieras, seguido de las instituciones financieras, familias, y finalmente el sector público. En concreto la deuda total, la suma de valores distintos de acciones y el saldo vivo de préstamos a finales del primer trimestre de 2011 ascendía a 4,3 billones €, o lo que es lo mismo, casi un 400% del PIB.
La explicación a este proceso es bastante simple. La economía española ha experimentado un proceso de inversión en capital fijo, por un lado, fundamentalmente inmobiliario que ha sido sufragado casi íntegramente vía endeudamiento, pues la capacidad de financiación de las familias comienza a ser negativa a partir de 2002. Al mismo tiempo, aunque las empresas no financieras empiezan antes, éstas han utilizado este proceso progresivo de abaratamiento de la financiación para acometer proyectos de inversión y especialmente de internacionalización de las principales empresas, lo que ha necesitado una ingente cantidad de fondos prestables, cuyo origen mayoritariamente ha sido bancario, pues el recurso a los mercados de capitales sigue siendo todavía menor en comparación con otros países de nuestro entorno.
Los activos financieros netos son claramente negativos, lo cual indica que nuestra necesidad de ahorro externo ha sido creciente llegando casi a un 9% del PIB en el primer trimestre de 2011, algo que es innato a la economía española desde 1996.