"Mylo Xyloto", el nuevo trabajo de Coldplay, comenzó como un disco acústico. Algo se torció por el camino porque su resultado, "una amalgama de ideas", comulga mejor con otro rasgo de sus últimos álbumes que la banda reconoce sin pudor: "Nos apasiona tocar grandes canciones en grandes escenarios".
"Aunque sea a un nivel inconsciente, tenemos presente que saldremos de gira. Si hiciésemos un disco acústico, estaríamos limitando los espacios en los que podría ser interpretado", explica Guy Berryman, bajista de esta formación británica, que el miércoles actúa en la plaza de toros de Las Ventas en Madrid, un día después de publicar su quinto disco de estudio.
En una entrevista telefónica con Efe desde su sobrio, casi espartano, estudio londinense llamado The Bakery, Berryman y el batería Will Champion cuentan que, a pesar de ello, en origen se propusieron que "Mylo Xyloto" fuese un álbum "muy tranquilo y sencillo".
"Teníamos muchas canciones así y otras dos o tres que tenían que sonar grandes, con guitarras y toques electrónicos. No queríamos hacer dos álbumes, así que las pusimos todas juntas y algunos de los temas que empezaron siendo acústicos, terminaron adquiriendo ese gran sonido", detalla Champion.
Describen el resultado final como "una amalgama de todas esas ideas que surgieron por el camino", con una idea sobrevolando todo el conjunto, "la ruptura con la oscuridad y la opresión", con una producción "urbana" y bailable.
Predominan los grandes arreglos, siguiendo la estela de su disco anterior, "Viva La Vida Or Death And All His Friends" (2008), con unos pocos apuntes más intimistas, lo que coincide con el reconocimiento de Berryman de que les encanta tocar "grandes canciones en grandes escenarios".
Dicen que, cuando empezaron a componerlo, también se plantearon realizar una película con dos o tres personajes, uno de los cuales había de llamarse "Mylo Xyloto", lo que termina con las incontables especulaciones en torno al extraño título del álbum.
"No significa nada", asegura Champion.
Markus Dravs, Daniel Green y Rik Simpson se encargan de la producción pero, como su predecesor, "Mylo Xyloto" cuenta "con enoxificación y composición adicional de Brian Eno", responsable de discos antológicos como "The Joshua Tree" (1987) o "Achtung Baby" (1991) de U2.
Eno les propuso cambiar su sistema de trabajo y, a modo de prueba, les separó en dos grupos: Martin por un lado y Berryman, Champion y el guitarrista Jon Buckland por otro.
"Fue un buen ejercicio, pero, para nosotros, todo tiene más sentido cuando nos centramos en la melodía y en la emoción de la canción", dice Champion, que subraya dos de los puntos fuertes de este grupo, que ha facturado éxitos internacionales como "Clocks", "Yellow", "The Scientist" o "Viva la Vida".
Sus producciones cada vez más épicas, la supervisión de Eno y su abierta defensa del comercio justo y de otras causas sociales les han deparado críticas por su parecido con los irlandeses U2.
"U2 es una inspiración para todos. Es difícil ignorar su influencia en la música y en otras causas", señala Berryman, quien a pesar de reconocer "el impacto claro" que la banda de Bono ha tenido en ellos, cree "de verdad" que Coldplay hace "algo muy distinto".
Atrás ha quedado, dicen, sus años de "angustia adolescente", para entrar en una etapa en la que se sienten "más relajados y llenos de pasión por la vida", pero aseguran que no se creen nada y que, con cada álbum, vuelven a probarse ante el público.
Su alto nivel de autoexigencia provocó que se dilatara el lanzamiento de este disco, en busca de un par de temas que redondearan el conjunto, un epílogo en el que compusieron la mística "Up In Flames", "la última pieza del puzzle".
"Creemos en el concepto de álbum. Nunca hemos sido una banda de singles, como Lady Gaga, cuyas canciones son a menudo éxitos masivos", concluye Champion