El líder de la oposición ha dicho este martes durante una reunión organizada en Valladolid con el Instituto de Empresa Familiar que no alcanza a entender como una deuda que no ha tenido un solo problema desde mediados del siglo XIX pueda salir estigmatizada de esta importante cita comunitaria. Se trata, ha recordado, de una deuda emitida por el Estado de un país cumplidor. “Toda rebaja de su valoración o tratamiento diferenciado, supone situarnos en un lugar que no nos merecemos”.
Rajoy ha advertido también que el sistema bancario español no se enfrenta a los mismos problemas que otros porque no ha invertido de forma poco responsable en deuda soberana o activos tóxicos estructurados. “No tiene sentido que se le obligue a capitalizarse por problemas que no tiene (deuda soberana) y, sin embargo, no se pongan a disposición de nuestro país recursos para sanear nuestras propias dificultades, especialmente las referidas a los activos inmobiliarios”, ha razonado.
Desde su partido se subraya que, en cualquier caso, la obligación de recapitalizarse afectará negativamente al crédito y dificultará el objetivo de que éste termine fluyendo a familias y a empresas después de un proceso que, a partir de 2008, ha conducido el grueso de los recursos crediticios a las administraciones públicas.
En el PP se alberga la impresión de que Zapatero y Elena Salgado, lejos de defender los intereses del sistema financiero español, les están haciendo los deberes a los bancos alemanes y franceses para tapar los agujeros a los que les ha abocado la tenencia de deuda griega. Y que si llega el momento de llamar a la puerta de Bruselas para taponar un agujero que sí es doméstico, el de los activos inmobiliarios que descansan en los balances de bancos y cajas, pues a lo peor no se abre.
En el equipo económico se han lanzado este martes varias preguntas añadidas. ¿Qué saca España de lo que se negocia ahora en Bruselas? ¿Qué sucederá con la deuda española cuando el BCE deje de comprarla? Ninguna de ellas ha tenido a bien responderla la vicepresidenta Elena Salgado.
La semana pasada, la víspera de que la Diputación Permanente del Congreso aprobara la fusión de los tres fondos de garantía de depósitos, el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, telefoneó al responsable económico del PP, Cristóbal Montoro, para indagar cual sería el sentido de su voto. Montoro le respondió que esto era una minucia al lado de lo que estos días se estaba discutiendo en Bruselas. La queja, motivada por la falta de información, tuvo relativo éxito porque poco después Montoro recibió una llamada de Salgado dejándole ver que la recapitalización bancaria era un asunto que ya estaba siendo tratado al máximo nivel entre Zapatero y Rajoy. El portavoz del PP le animó entonces a hacer pedagogía y explicarles a los ciudadanos la importancia de lo que España se juega estos días en Bruselas. La respuesta le dejó asombrado. “Lo que yo hablo con Lagarde (FMI) o con Geithner (Tesoro americano), no lo tengo que hacer público. Cada uno tiene su estilo…”