Más de un centenar de manifestantes atacaron ayer la sede del Gobierno local con piedras y destrozaron las faroles y las señales de tráfico de la zona, y quemaron los vehículos policiales, según señala hoy el diario "South China Morning Post". Los disturbios estallaron a partir del enfrentamiento entre el dueño de una fábrica y un grupo de inspectores de impuestos de la Huzhou, y hasta ahora han sido detenidas 28 personas, cinco por supuestos delitos criminales.
Al parecer, la violencia estalló anteayer cuando un grupo de manifestantes bloqueó una autopista y un vehículo golpeó a una decena de ellos para abrirse camino.
La agencia oficial Xinhua y el portal oficial de noticias de Huzhou aseguran que la situación se calmó hacia el mediodía de ayer, aunque los habitantes de Zhili aseguran en internet que la revuelta continúa, y que en realidad los manifestantes son miles y no cientos.
Por ahora se desconoce si ha habido heridos o muertos en las revueltas, aunque en una fotografía publicada por el "South China Morning Post" se aprecia a un herido tendido en la carretera con la cabeza apoyada en una botella de plástico, mientras otras imágenes muestran a numerosos antidisturbios y un autobús policial en llamas.
Huzhou, y en concreto Zhili, es un núcleo de fabricación textil que agrupa a miles de pequeños fabricantes y mayoristas de prendas de ropa, y según la prensa local, se les había aumentado los impuestos corporativos por número de máquinas de coser y de empleados de cada pequeña empresa.
Según un internauta, Kang Shaojian, la violencia comenzó cuando los cobradores de impuestos pegaron a los fabricantes que se negaban a pagar.
Las revueltas coinciden con la decisión de las autoridades de Zhejiang de empezar a detener a los empresarios morosos de préstamos informales que escapen sin pagar, por temor a que se produzcan revueltas sociales entre sus empleados, que en ocasiones llevan meses de sueldo sin cobrar.
A pesar de que los préstamos informales están fuera de la ley y no hay manera jurídica de reclamar el pago de lo prestado y de los intereses, la policía ha empezado a detener a los empresarios endeudados que han optado por esconderse y huir sin devolver el dinero.
En los últimos meses, más de 90 empresarios que habían recurrido a préstamos informales han huido e incluso varios se han suicidado al no poder afrontar sus deudas en Wenzhou, la ciudad donde estalló el problema, también cuna del sector privado del país y zona de origen de gran parte de la población china residente en España.
Tanto en los casos de estas desapariciones o de que se declaren bancarrotas para invalidar las deudas, cada vez se están produciendo más protestas en las calles y fábricas de la ciudad por parte de empleados que temen que nunca les paguen los meses de sueldo que se les deben.
En Wenzhou, la costumbre ancestral de buscar préstamos privados, y no de entidades crediticias, es una práctica común, que se extiende también con mucha frecuencia a los emigrantes de la zona a otros países, como España, de manera que familiares, vecinos y conocidos se van prestando unos a otros para ayudarse a salir adelante.
Ahora, desde que Pekín estrechó su control monetario en 2010 para combatir la inflación, los préstamos privados se han disparado aún más en Wenzhou, ya que los bancos estatales, con instrucciones de prestar sólo hasta donde se lo permitan los fondos que tienen en depósito, desconfían a la hora de dar crédito a pequeñas empresas.