No quiere ni piensa hablar del asunto con María Kodama. Está bien, respetamos las reservas de un personaje que normalmente no tendría empacho alguno en contar nada y ahora guarda un silencio que, en su caso, chirría.
Personas cercanas al entorno de Alfaguara -el sello que editó el libro- explican el silencio de Agustín Fernández Mallo con una razón tan sencilla como pesada: el acuerdo al que llegaron los abogados de Kodama con la editorial fue de estricta confidencialidad. Ni una palabra sobre el asunto por ninguna de las partes.
El resultado fue simple pero certero. El hacedor (de Borges), 'Remake', de Agustín Fernández Mallo, salió a la calle en febrero de 2011. Ocho meses después, es imposible conseguirlo, entre otras cosas, porque, ante la reacción de María Kodama, la propia editorial Alfaguara decidió retirarlo de las librerías.
En la versión que hizo Fernández Mallo de El hacedor tanto el prólogo como el epílogo del escritor español reproducen los del argentino con modificaciones que María Kodama consideró “poco honestas” y que, a su juicio, no podían ser leídas como un homenaje.
No es una sorpresa “el apropiacionismo” –en el sentido de recoger algo para transformarlo, sea un píxel o un verso- como un método de creación de Fernández Mallo, al menos no para sus lectores, entre los que evidentemente no se encuentra María Kodama.
A ocho meses de la polémica, y al intentar un repaso sobre su obra literaria, que comenzó con las novelas Nocilla Dream (Candaya, 2006) y Nocilla Experience (Alfaguara, 2008), para completarse con Nocilla Lab (2009), Agustín Fernández Mallo reniega de las etiquetas y habla de ellas con desagrado.
Es cierto que Elena Hevia y Nuria Azancot usaron la expresión Generación Nocilla para agrupar -con Fernández Mallo a la cabeza- a un grupo de escritores en los que existía como punto en común la fragmentación, la interdisciplinaridad, la cultura pop opuesta a alta cultura. También se le llamó a lo que hacían "literatura zapping", en la que resulta frecuente el collage y las apropiaciones de textos ajenos reciclados para producir otros.
“Generación Nocilla es una etiqueta que la prensa cultural ha puesto a una serie de escritores; nosotros nunca hemos hablado de hacer una generación ni nada que se parezca, resultaría un tanto anacrónico formalizar así un movimiento literario. Lo que sí hay es una nueva corriente de narradores en España, y eso es lo importante, al margen de etiquetas”, dice hoy el autor al respecto.
En los medios literarios, algunos lo ven como un renovador. Sin embargo, a veces, parece que obra sufriera una especie de ensayada impostura, como si siempre se esperara de él cosas polémicas, novedosas, vistosas, ‘nocilleras’. El propio affaire María Kodama refleja lo que parece casi una intención. Para Fernández-Mallo, las cosas son completamente distintas de como una parte de la crítica le examina.
“Pienso que todo creador, sea un científico, un cocinero o un escritor, debe intentar hacer siempre algo nuevo en su poética, aunque tenga, lógicamente, una base en lo predecesor. No me explico cómo de otra manera se puede hacer algo interesante. Yo sigo escribiendo y buscando caminos que creo estéticamente interesantes para mí. No puedo ni debo estar preocupado por lo que diga el mundo”.