El servicio doméstico es de esos empleos que cuesta imaginárselos libres de mercado negro. Ahí va un ejemplo: de las 730.000 empleadas del hogar recogidas por la Encuesta de Población Activa, solo 295.000 (un 40%) cotizan a la Seguridad Social, según Trabajo. Pero la nueva reforma de las pensiones persigue acabar con esa masa de cerca de medio millón de trabajadoras del sector que escapan del sistema contributivo.
Lo novedoso es que el llamado régimen especial de las empleadas del hogar se integrará en el Régimen General, algo que acarrea varias consecuencias. Antes solo podían cotizar aquellas que cumplieran 20 horas semanales. Ahora, basta con que un trabajador dedique una hora al año para que sus empleadores se vean obligados a cotizar por él.
Así ocurrirá desde el 1 de enero de 2012. Y no será la única medida para animar a los trabajadores del sector –un colectivo integrado abrumadoramente por mujeres- a regularizar su situación: las que faenen una jornada completa deberán cobrar, como poco, el salario mínimo interprofesional fraccionado en 14 pagas; el derecho a prestación por incapacidad temporal se percibirá al cuarto día de baja –y no al vigésimo noveno-; será obligatorio registrar en la Seguridad Social la copia del contrato; y a partir de 2019 las bases de cotización se vincularán a los salarios reales.
"Un avance verdadero para un colectivo históricamente marginado", celebra Carlos Bravo, responsable de Seguridad Social de Comisiones Obreras y partícipe en la negociación de la reforma, abordada dentro del Pacto de Toledo. Las modificaciones arriba descritas se irán implementando progresivamente hasta 2019, la fecha límite.
En general, el sector se muestra favorable al nuevo marco normativo. Con alguna excepción. Pilar Céspedes, del Servicio Doméstico Activo (Sendoac), tilda la reforma de “mera transición” y critica que no se haya hurgado más en otras cuestiones de calado. “El régimen anterior –promulgado en 1985- decretaba que el contrato podía ser verbal o escrito. Y ahora se dice que éste, de acuerdo con la ley, debe plasmarse preferentemente por escrito. Es decir, que nada cambia”. Céspedes lamenta también que el salario de las empleadas internas que hacen turnos de 24 horas vaya a computar como si su jornada fuera de ocho.
En cambio, Rosa Lozano, de la Agencia de Servicio Doméstico madrileña que lleva su nombre, celebra la reforma. “Me alegro muchísimo por los futuros beneficiarios”, alega. “Lo malo de todo esto es que las medidas van a aplicarse en su totalidad hasta 2019, y eso es mucho tiempo. Al fin y al cabo, yo dependo de estas trabajadoras. Su confort también es el mío”.
Queda por saber el número de empleadas que ni cotizan ni aparecen en la EPA. Pero eso es harina de otro costal.