Un mal representado Partido Popular y un enclenque PSOE recibieron ayer las carcajadas, pitorreos y críticas de los profesionales de la cultura que se reunieron en el auditorio del Museo Reina Sofía, en Madrid, para escuchar las propuestas que en esa materia hacen, de cara a las elecciones, populares y socialistas así como representantes de UPyD, CIU e Izquierda Unida.
Estaba prevista la comparecencia del portavoz de cultura del PP, José María Lasalle, quien se apuntó una baja de último minuto tanto en este acto como en la presentación que debía tener en la mañana en otras jornadas organizadas por Ibercrea. La ausencia de Lassalle por “compromisos electorales” se hizo sentir. Y mucho.
En su lugar asistió Álvaro Ballarín, concejal del Ayuntamiento de Madrid, quien no parecía tener muy claro –tampoco muy estudiado- el programa del PP en materia de cultura, a tal punto que llegó a afirmar que los populares no tenían intención de eliminar el ministerio de cultura, una declaración que contradice la política de ambivalencia que sobre el particular han mantenido tanto el propio Lassalle como Mariano Rajoy.
Por el PSOE participó un apocado y también perdido Rafael Simancas, quien tampoco parecía tener los deberos hechos en lo que a cultura se refiere, por lo que se limitó a repetir tres cosas: la intención del PSOE de mantener el Ministerio de Cultura así como la política de subvenciones y el impuesto a las copias privadas de las obras, un tema especialmente sensible en el auditorio, el cual se echó a reír a mandíbula batiente cuando el socialista dijo “en el PSOE hemos sido muy serios en el tema del canon”. Simancas no había terminado de pronunciar la oración cuando las escépticas risas se multiplicaron entre los asistentes.
Por su parte, el partido UPyD se perfiló como el más coherente e informado, pero también el más agresivo, en lo que a cultura se refiere. Representado por Carlos Martínez Gorriarán, el partido de Rosa Díez arremetió contra todos y contra todo: las excesivas subvenciones para el mundo del cine, el populismo de la protección del idioma español y, finalmente, el rechazo a la tan cacareada idea de un pacto de Estado para la Cultura, que desestimó por completo.
“De darse ese pacto, en UPyD no lo firmaríamos. Es absurdo. ¿Por qué tenemos que pactar nada si la cultura es por naturaleza crítica y libre?”, dijo Gorriarán, quien además afirmó que “proteger el español es como proteger el teorema de Pitagóras”. No se puede promocionar o intentar preservar algo que pertenece a todo el mundo y que tiene su porpia dinámica. Tienen derechos no las lenguas, sino quienes las hablan”, dijo el portavoz de UPyD.
Izquierda Unida, representada por Rafael Fernández, restringió su discurso a una especie de reivindicación de la cultura “para las bases” y para los pobres, sin sentar posición clara en lo que a ley de propiedad intelectual y canon digital se refiere.
La guinda del pastel la puso, sin duda, CIU. Su portavoz en materia cultural, Angels Ponsa i Roca, manifestó que “el país catalán” tenía mucho qué aportar al Estado español en materia de cultura. La representante de Convergència i Unió no sólo defendió la desaparición del Ministerio de Cultura para ceder esas competencias a la Generalitat - a la vez que pedía más subvenciones públicas para Cataluña- sino que reculó abiertamente en el tema del español.
“Nosotros colaboramos con el instituto Cervantes, así que con eso ya cumplimos con nuestra parte”, dijo. Ante el pitorreo general de la sala, agregó Angels Ponsa: “Nosotros colaboramos con el Cervantes y el Estado no apoya al catalán. ¿Qué esperan?”. Al respecto, un veloz Simancas respondió que el PSOE está tan comprometido con que el hecho de que Cervantes proteja el castellano como al resto de las lenguas que forman parte del territorio español.
El debate, realizado en el marco del III Foro sobre Industrias Culturales organizado por la Fundación Alternativas y la Fundación Santillana, no contó en absoluto con la aprobación de los profesionales de los museos, las editoriales y demás sectores de la cultura, quienes recalcaron la falta de propuestas concretas en materias que merecen ser atendidas: cómo sustituir el canon; qué aspectos debería de tener la Ley de Propiedad Intelectual; qué futuro le espera a instituciones como, por ejemplo, la Biblioteca Nacional, entre muchos otros temas.