Se necesita alguien de prestigio que no pueda ser cuestionado por ninguna federación ni por ninguna corriente interna y, además, entierre cualquier sensación de vacío de poder. Alguien que pueda arbitrar el difícil partido que va a jugar en adelante el PSOE para elegir a un nuevo secretario general y a un nuevo líder. Y el nombre que se baraja entre los dirigentes más influyentes de la organización no es otro que el del ex presidente Felipe González, protagonista de la campaña electoral socialista después de formar una especie de UTE con Alfredo Pérez Rubalcaba que le ha paseado por toda la geografía nacional.
El calendario que se manejaba este viernes en la ejecutiva socialista incluye la previsión de un congreso exprés a finales de enero o principios de febrero, cónclave que corresponde fijar al comité federal. Este último es el máximo órgano del PSOE entre congresos y su convocatoria partirá muy posiblemente de la ejecutiva federal que se celebra el próximo lunes para el análisis de los resultados electorales.
Si Zapatero es un dirigente quemado dentro del PSOE, Rubalcaba un candidato indigesto para federaciones como la andaluza o la madrileña, y Carme Chacón una aspirante que despierta serios recelos en algunos componentes de la vieja guardia, Felipe González casi aparece en este gallinero como un diamante en bruto y como alguien que casi nunca ha perdido su crédito en las filas de su partido, a pesar de que gobernó durante más de 14 años y de que sus intereses empresariales no han dejado de generar controversia.
La tesis que se maneja en la ejecutiva federal es que para la tormenta que está por llegar se necesita un capitán experimentado y con ideas, capaz de aglutinar todos los intereses en juego y, sobre todo, de garantizar un proceso de sucesión tranquila en un momento en el que el caos puede adueñarse de una organización huérfana de poder regional y local y a punto de perder también el Gobierno central.
Ramón Rubial fue durante muchos años en el PSOE un referente de honestidad y cordura. Ocupó su presidencia entre 1982 y 2007, año este último en el que fue relevado en el cargo, tras su muerte, por Manuel Chaves. El ex presidente de la Junta de Andalucía, que compatibilizó ambos puestos durante dos años, nunca tuvo química con Zapatero ni tampoco llegó a suscitar el respeto que Rubial tuvo en todas las federaciones del partido. González, según fuentes socialistas, es el único que sí estaría en condiciones de recuperar la estela que dejó Rubial.
Algunas voces dentro de Ferraz señalan también a José Bono como aspirante a la presidencia del PSOE, aunque no reuniría todos los apoyos que concita González, entre otras razones porque suscita alergias en algunos territorios, entre ellos Cataluña, llamado a tomar partido por Carmen Chacón en su carrera hacia la secretaría general.
Las mismas fuentes apuntan el morbo que podría tener un arbitraje como el de Felipe González en el supuesto de que la final del partido fuera jugada en el 38º congreso por Rubalcaba y Chacón, ambos amigos declarados del ex presidente. Las apuestas se inclinan porque la vencedora sería la ministra de Defensa, sobre todo si el castigo que obtiene Rubalcaba este domingo es tan duro que le deja fuera de juego.