Los acuerdos adoptados por las autoridades europeas en las tres reuniones clave para salvar Europa -Eurogrupo, Consejo de Gobierno del BCE, y cumbre de los líderes europeos- ni despejan las dudas e incertidumbres sobre futuros rescates de otros países miembros de la Eurozona, ni favorecen la resolución del problema de la deuda soberana periférica. Por lo tanto, no reducen los peligros para la economía española.
Fondo de estabilidad financiera: insuficiente para España e Italia
El Eurogrupo en la reunión del 29 de noviembre concretó como articular el fondo de estabilidad financiera (FEEF). El resultado final fue decepcionante tanto por la dotación final del mismo, muy por debajo de lo esperado por el mercado, como por la complejidad técnica a la hora de su implementación.
Se acordó que nivel de apalancamiento del FEEF, es decir, la proporción entre deuda y capital, estaría alrededor de 2,5 veces. Al confirmarse una capacidad efectiva de 250.000 millones de euros, el fondo de estabilidad con ese nivel de apalancamiento se dotaría finalmente de un volumen alrededor de los 600.000 millones de euros, mucho menos del billón de euros que inicialmente estimaba el mercado y totalmente insuficiente si España e Italia tuviera problemas. Sólo entre la deuda soberana de Italia y España se necesita más de 700.000 millones de euros en los años 2012-2014.
Como consecuencia y tal como ya adelantó Vozpópuli, el FMI se convertiría en el prestamista de última instancia de Italia y España en el caso de que tuvieran cerrado el acceso a los mercados de capitales. El Fondo les aportaría la liquidez necesaria mediante un paquete de líneas de crédito de 12 a 18 meses acordado con la Unión Europea, y que podría ser financiado por el propio BCE. Italia y España, si se cierran los mercados de capitales, pueden llegar a recibir, siempre y cuando lo soliciten, hasta 320.000 millones de euros.
Banco Central Europeo (BCE): no a la compra de bonos soberanos.
El comité de política monetaria del BCE el 8 de diciembre acordó la segunda bajada de tipos de interés oficiales de la era Draghi, en un 0,25%, hasta situarlos en el 1%. Además amplió las medidas para suministrar liquidez a los bancos, alargando plazos. Hasta ahí lo esperado, sin ninguna sorpresa.
Sin embargo la decepción vino inmediatamente después, al rechazar la compra de bonos soberanos. A diferencia del Banco de Inglaterra y de la Reserva Federal el BCE rehusó hacer política monetaria cuantitativa.
Mientras el BCE sale en defensa de bancos insolventes, inyectándoles la liquidez que les niega el mercado interbancario, desestima relajar la carga financiera de Estados soberanos.
Nuevo Tratado de la Unión Europea: austeridad a cambio de nada
Los líderes europeos finalmente optaron por una reforma del Tratado de la Unión Europea a la medida de Alemania. El objetivo es un nuevo pacto de estabilidad y crecimiento que impone estrictos controles contra el déficit presupuestario, estableciendo duras sanciones a aquellos países que no cumplan con las condiciones de déficit fiscal.
Se impondrán sanciones automáticas para quien no respete el déficit del 3%, que sólo podrán pararse si una mayoría cualificada de Estados miembros vota en contra. Además, se otorgarán nuevos poderes a la Comisión para que pueda pedir cambios en los presupuestos nacionales de los países con problemas.
Se implantará la regla de oro reforzada y armonizada. Los países de la eurozona deberán limitar por ley su déficit estructural anual al 0,5% del PIB salvo en caso de circunstancias económicas excepcionales. Tendrán que establecer mecanismos de corrección presupuestaria automáticos en caso de desviación, según el último borrador del nuevo pacto para endurecer la disciplina fiscal y prevenir nuevas crisis de deuda.
Además, y dentro de las propuestas asumidas en la reforma del Tratado de la Unión Europea, se incluye el compromiso de no forzar a los tenedores de bonos del sector privado a asumir las pérdidas en cualquiera de los futuros rescates de la zona euro. Ello supone que los países deudores sólo podrán reducir su excesivo endeudamiento mediante duros ajustes presupuestarios, recortes salariales, y, en definitiva, años de austeridad que deberán asumir sus ciudadanos.
Y toda esta austeridad a cambio de nada. Ni habrá política monetaria cuantitativa, es decir, una compra de bonos soberanos regulada por el BCE tendente a fijar un techo a los tipos de interés de la deuda soberana periférica. Ni tampoco se desarrollará el mercado de Eurobonos.
Consecuencias para España: ¿austeridad, paro, y recesión?
La combinación de los distintos acuerdos adoptados deja en una situación delicada a España. Por un lado, no podrá implementar reestructuraciones ordenadas de deuda, cuando el problema de nuestro país es una acumulación de deuda, privada y pública, que se aproxima al 400% del PIB. Por otro lado, tanto el Gobierno en funciones como el Ejecutivo que viene han asumido un duro ajuste presupuestario cuyo objetivo es situarlo en 2013 por debajo del 3%.
Si el BCE no implementa una expansión cuantitativa, es decir, compra bonos soberanos europeos para hacer política monetaria (similar a lo que ya hacen la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra), en un contexto de crecimientos económicos muy bajos, podría reavivarse en 2012 la presión sobre la deuda soberana periférica, española e italiana.
En este contexto, como advierte Willem Buiter, economista jefe del Citi, y que previamente diseñó el rescate islandés, “no se tiene mucha experiencia sobre la voluntad de los electores en tiempos de paz de soportar años de austeridad, crecimientos económicos negativos, y aumento del desempleo, pero eso es lo que se conseguirá, salvo que se opte por una reestructuración de la deuda, pública y privada”.