Rajoy, una vez investido presidente del gobierno, debe decidir el mecanismo de saneamiento de nuestro sistema financiero. Frente a un banco malo único, en sus diferentes acepciones, la patronal bancaria propugna un banco malo por cada entidad intervenida. Sin embargo, a diferencia del modelo alemán, el coste de la propuesta del lobby bancario no correría a cargo de la entidad intervenida.
De acuerdo con Banco de España, los activos problemáticos del sistema financiero español ascienden a 176.000 millones de Euros. Si se utiliza el FROB para el saneamiento financiero, tanto para la compra de activos tóxicos como para la recapitalización bancaria, se necesitarían 104.000 millones de euros, según cálculos de Morgan Stanley, tal como recogió en su momento este medio.
En estos cálculos se asume que no se toca a los acreedores, como sí ocurrió, por ejemplo, en el rescate sueco, donde los bonistas sufrieron una quita importante. En el banco malo sueco se protegió a los contribuyentes por encima de todo, y quienes pagaron el precio del rescate fueron la propiedad y el equipo de gestión de los bancos nacionalizados, así como los bonistas.
Quién pagará el banco malo único
Si al final Rajoy no cede a las presiones del lobby bancario y decide crear un banco malo único, deberá elegir quién pagará el coste del rescate. Hay dos opciones extremas. En la primera, lo pagan íntegramente los contribuyentes, véase el rescate irlandés de 2010, o el implementado por la administración Bush en 2008 (TARP). En la otra alternativa los acreedores sufren una quita y asumen el riesgo derivado de invertir en bonos de entidades mal gestionadas, tal como hicieron de manera impecable los suecos en 1992, o los islandeses en 2008, quienes contaron con la ayuda del FMI. Una posición intermedia es la propuesta de Aristóbulo de Juan, el muñidor del rescate bancario de los 80, y que ya detallamos en este medio.
Si se opta por el modelo irlandés, o el rescate TARP implementado por la administración Bush, los contribuyentes correrían con el coste. La deuda pública española se incrementaría en un 10%, y sufriría un ataque especulativo similar al de Irlanda, que tuvo que ser rescatada.
Si opta por que paguen acreedores, es decir, una quita a los bonistas de las entidades intervenidas, debería complementarla con un control temporal de capitales con la ayuda del FMI.
La propuesta del lobby bancario no es el modelo alemán
Para la patronal bancaria, la solución deberá estar condicionada tan sólo a aquellas entidades inviables que, a cambio de la ayuda, terminen integradas en otra más solvente que garantice la viabilidad del nuevo proyecto. Cada entidad en apuros que vaya a ser adjudicada se le debe asignar un esquema de protección de activos, que cubra las minusvalías generadas por sus activos tóxicos inmobiliarios, como el que se ofreció en la subasta de la Caja del Mediterráneo y que tradicionalmente sólo se proponía en el caso de entidades intervenidas.
Este esquema de 'banco malo' individualizado es la solución que han trasladado Emilio Botín, Francisco González e Isidro Fainé a Mariano Rajoy en los encuentros que mantuvieron los banqueros con el presidente electo del Gobierno.
Sin embargo el único punto en común con el modelo alemán es un banco malo por entidad intervenida. La razón es obvia: el coste del rescate de CAM no corre a cargo de la entidad intervenida, en el modelo alemán sí.
En el modelo alemán los activos fueron comprados por el banco malo al mayor precio entre el 90 por ciento del valor en libros según se recogía en las últimas cuentas auditadas y el valor económico a largo plazo. La deducción del 10 por ciento del valor en libros podía ser inferior, en caso de que el core capital del banco cayera por debajo del 7 por ciento. A cambio, el banco recibía valores garantizados por el Estado alemán. Además, se determinaba el valor fundamental de los activos transferidos. La entidad rescatada tenía que proporcionar información sobre el valor actual confirmado por expertos independientes y las autoridades de supervisión bancaria.
El banco intervenido tenía que pagar una compensación anual al banco malo por la diferencia entre el valor de transferencia y el valor fundamental, dividido por el número de años hasta el vencimiento, veinte concretamente, para asegurarse de que el banco malo no termina con una perdida.
El lobby bancario no quiere que haya dilución de capital
La patronal bancaria, tiene además otra razón oculta para oponerse al banco malo único: sufrirían una importante dilución de capital. En los cálculos realizados por Morgan Stanley se considera que el banco malo también compraría activos tóxicos de los bancos sistémicos (Santander, BBVA, CaixaBank, Popular).
Aunque dichos bancos sistémicos no tendrían problemas para recapitalizarse en el mercado de capitales, bajo los supuestos de descuento en la compra de activos considerados, tal como señala Morgan Stanley, “estos bancos registrarían pérdidas netas entre 10.000 y 20.000 millones de Euros, y se produciría una importante dilución de capital en los mismos.”