El ADN ha confirmado la peor de las noticias para la familia de Isabel del Castillo Hortelano, la vecina de Navalcarnero (Madrid) que llevaba varias semanas desaparecida. El cadáver hallado hace una semana en una paraje rural de Casarrubios del Monte (Toledo) es el de la mujer madrileña, según han confirmado a Vozpópuli fuentes del instituto armado.
Los investigadores de la Guardia Civil sospechan que llevaba varias semanas muerta y que su defunción se produjo en las horas posteriores a su ausencia, según informan a Vozpópuli fuentes cercanas al caso. Los restos óseos fueron localizados el pasado martes a las 12.50 horas por un vecino de Casarrubios.
Estaba entre unos matorrales en el margen de la CM-9419, justo al lado de un riachuelo. Una carretera poco transitada ubicada entre la Urbanización Calypo Fado y el Aeródromo de Casarrubios. Justo al límite entre la Comunidad de Madrid y Castilla-La Mancha.
Un accidente
Entre la casa de Isabel del Castillo Hortelano y este lugar hay poco más de nueve kilómetros de distancia. Andando en línea recta se tarda una hora y cincuenta y cinco minutos de recorrido desde Navalcarnero. Esa es la distancia que recorrió la mujer de 57 años. Estaba enferma de alzheimer y necesitaba medicación. La principal línea de investigación es que se pudo desorientar y sufrir un accidente.
El estado del cadáver, prácticamente encontraron restos óseos, parece indicar, a tenor de las primeras pesquisas, que falleció en las horas próximas a su desaparición. Esa es la hipótesis sobre la que trabajan los investigadores que practicaron este martes las pruebas de ADN. Una semana después los resultados de estos análisis han confirmado los peores presagios de la familia.
Isabel del Castillo Hortelano desapareció a las 20.32 del pasado 19 de agosto cuando salió de su casa de Navalcarnero en dirección al Parque Municipal. Sus familiares recorrieron diferentes puntos de la Comunidad de Madrid para dar con su paradero, según confirmaron fuentes de su entorno a Vozpópuli.
Batidas todos los días
En el momento de su marcha, iba vestida con unas mayas de ciclista negras, unas chanclas azules, una camiseta de rayas y un bolso marrón claro con dibujos estampados. "Puede estar desorientada o cansada", advertían desde su familia, que reclamaban insistentemente la colaboración ciudadana para dar con su paradero. La Guardia Civil también difundió su rostro.
La más grande de sus batidas reunió a más de 200 voluntarios entre familiares, amigos y conocidos de la desaparecida que participaron en una búsqueda que se prolongó más de diez horas. El dispositivo estuvo comandado por más de medio centenar de agentes de la Guardia Civil. No se localizaron pistas ni rastros pero la familia siguió organizando estas batidas de forma particular todos los días por la tarde.