No habrá aceradas críticas contra Pedro Sánchez, ni exabruptos, ni descalificaciones. Si acaso, alguna ironía sutil con aires gallegos. El líder socialista será un convidado de piedra en el mensaje de investidura del candidato del PP, dedicado a los barones y la militancia socialista para que renieguen de la irresponsable actitud de su secretario general. Mariano Rajoy ha dado instrucciones a su equipo de Moncloa para preparar su discurso del próximo día 30. Los trabajos arrancaron hace meses, antes de los comicios del 26J, cuando en el PP nadie quería pensar en unas nuevas elecciones. “Rajoy está preparando su discurso”, era la muletilla que se empleaba en Génova cada vez que se preguntaba por el avance de las negociaciones para superar el atasco institucional. Un mero formulismo. No había tal discurso en perspectiva. Tan sólo, la preceptiva y rutinaria recopilación de material en vicepresidencia enviada desde los distintos ministerios.
Esta vez será distinto. Rajoy acude a una investidura que se asegura fallida. El más incómodo de los escenarios. Una humillación seguida de una derrota. El presidente en funciones intentó evitarlo. No ha sido posible. Acudirá al suplicio, eso sí, con el casi seguro apoyo de 170 diputados. Las conversaciones con Ciudadanos, pese a las dificultades lógicas, marchan en la buena dirección. Ana Oramas, la diputada de Coalición Canaria, también está en línea de negociación para aportar su escaño.
Descalificaciones y exabruptos
El martes 30 de agosto, a las doce de la mañana, el presidente en funciones ascenderá a la tribuna de oradores con la convicción de la derrota pero con el mensaje del vencedor, dice uno de sus asesores. No habrá en sus palabras rastro alguno de vitriólicos reproches o ácidas descalificaciones. Será una intervención sumamente institucional, de Estado, con invitaciones al diálogo, al consenso, a la responsabilidad conjunta, al patriotismo ético. El presidente en funciones apenas se referirá formalmente a Pedro Sánchez, quien se ha prodigado escasamente desde la celebración de las últimas elecciones. Sus comparecencias mediáticas, basadas en el ‘no, no y no’, se producían desde distintos rincones veraniegos, de playa en playa.
Rajoy no resultará investido ni en primera ni en segunda votación, según todas las previsiones. Sánchez habrá consumado su venganza. Al día siguiente, el 3 de septiembre, cambiará el panorama
Repasará este martes el candidato a presidente sus esfuerzos negociadores desde el 20 de diciembre y recordará que es el vencedor de dos citas electorales en tanto que sus competidores tan sólo han conocido el retroceso y la derrota. Hará Rajoy invocaciones a la necesidad de superar el atasco actual, a las exigencias que llegan desde Bruselas, al negro horizonte económico, a los presupuestos pendientes y urgentes, a los compromisos internacionales. Destacará sus esfuerzos negociadores, sus acuerdos parlamentarios y evidenciará, eso sí, el zancadilleo permanente del PSOE a todo tipo diálogo.
Un auditorio diferente
Moncloa quiere dirigir buena parte del mensaje no sólo a los diputados socialistas presentes en el Hemiciclo, también a los barones del PSOE, hastiados con la actitud granítica de su secretario general, y, por supuesto, a la militancia y al electorado socialista, que, de acuerdo con las encuestas, se muestran favorables de la abstención para permitir la puesta en marcha de un gobierno en España. No será un discurso de arranque de campaña electoral para los posibles comicios del 25 de diciembre, como algunos se malician. Rajoy no quiere ni pensar por un minuto en esa posibilidad. Será una invocación a la responsabilidad y la madurez imprescindible en el primer partido de la oposición.
Rajoy no resultará investido ni en primera ni en segunda votación, según todas las previsiones. Sánchez habrá consumado su venganza. Al día siguiente, el 3 de septiembre, cambiará el panorama. El líder del PP, arropado por sus dirigentes, sacará el alfanje, dicen los suyos. Empezará la campaña para arrasar a los socialistas en las elecciones vascas y gallegas, para evidenciar la postura incomprensible e inasumible de Sánchez, y formará con Ciudadanos un tándem de presión insoportable sobre el líder socialista de cara a una posible investidura a finales de septiembre.
La paciencia de Rajoy hacia los desplantes permanentes de Sánchez tiene un límite. Se mantendrá contenida hasta el día 2 de septiembre. Todo cambiará luego. Piensan en el PP que aunque la candidatura de Rajoy resulte derrotada, el perdedor será Sánchez, el responsable del bloqueo, el culpable de nuevas elecciones, el político que prioriza sus intereses sobre los de la nación. “Será un mes de septiembre intenso y agrio”, comentan esas fuentes. La ponderación del discurso de la semana próxima dejará paso a una gran ofensiva para conseguir, a toda costa, que el PSOE haga mudar a Sánchez de actitud.