Los fondos de capital riesgo se blindan ante la incertidumbre. Este tipo de inversor, que entra en el capital de empresas con un horizonte temporal de entre cinco y siete años, está activando vías en Europa para retrasar su salida y así evitar malvender sus participaciones por los riesgos geopolíticos y su impacto en la economía, según trasladan a Vozpópuli fuentes financieras.
Las tensiones entre Israel e Irán, y la escalada en la guerra de Ucrania, con Rusia azotando el fantasma de un conflicto nuclear, han puesto a la defensiva a los fondos con inversiones en empresas. Ya hay casos, como el del británico AnaCap y el estadounidense Lone Star, que están utilizando la fórmula conocida como ‘continuation fund’ o fondo de continuación, según explican fuentes conocedoras de la banca de inversión. Este tipo de movimiento no suele ser muy habitual y se está convirtiendo en una tendencia en el mercado europeo.
Se trata de un vehículo de capital privado diseñado para alargar el periodo para retener activos o participaciones en compañías cuando se ha alcanzado o se está cerca del final del ciclo inversor. Se constituye un fondo nuevo con capital de otros inversores y que se utiliza para devolvérselo a los del fondo originario, con la rentabilidad prometida.
De hecho, los inversores están paralizando proyectos dentro del Viejo Continente, sobre el que se cierne la sombra de la recesión. Alemania, la locomotora de Europa, es probable que cierre 2024 con otra caída del PIB, mientras que en Francia, el desajuste de las cuentas públicas y el caos políticos amenazan con paralizar la actividad.
Los motores se paran
Incluso ya hay analistas que hablan abiertamente de que el país galo puede protagonizar una nueva versión de la crisis de deuda en los próximos meses. Con los dos motores económicos gripados, el resto de socios europeos se preparan para sufrir.
El menor crecimiento se suma a la todavía elevada inflación, que subió al 2,3% en noviembre dentro de la zona euro, por encima del objetivo sacrosanto del Banco Central Europeo (BCE). “No se firma nada nuevo ahora”, indica un banquero de inversión en contacto permanente con empresas europeas, que apunta además a que las dudas lastran el apetito de los mercados de capitales.
El círculo de desconfianza se cierra con las políticas de Donald Trump. El republicano tomará posesión a finales de enero y los inversores prefieren esperar a sus primeras medidas como presidente. La idea extendida en el mercado es que Trump gobernará con un perfil más institucional, como indican desde una de las grandes gestoras de España, pero la amenaza de imponer aranceles de entre el 10% y el 20% a las importaciones europeas obligaría al BCE a acelerar los recortes de tipos.
Lone Star y Novo Banco
En el caso del fondo Lone Star se está estudiado la fórmula de ‘continuation fund’ para su inversión en Novo Banco, la entidad lusa que heredó los activos bueno del Banco Espírito Santo. Tiene un 75% del capital y planea una venta en paralelo a la salida a Bolsa. El fondo norteamericano desembarcó en 2017 y ya habría agotado el ciclo temporal. Pero si no detecta apetito para venderlo por más de 4.000 millones de euros, la vía de constituir un fondo secundario sería la salida alternativa para exprimir las plusvalías.
El termómetro del BCE tomará la temperatura de la incertidumbre económica en la reunión de política monetaria del 12 de diciembre. El mercado apunta a otra rebaja del precio del dinero de 0,25 puntos porcentuales, desde el 3,25% actual al 3%. Aunque hay firmas de análisis que no descartan un recorte más agresivo, de medio punto, que lanzaría el mensaje de que el temor a una parálisis por Alemania y Francia coge fuerza.