Los dolores de cabeza se suceden uno tras otro para Mariano Rajoy y su corte de La Moncloa. A Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid, reclamando bajadas de impuestos y elecciones internas en los partidos el lunes 20, se unió el martes 21 el ex presidente del Gobierno José María Aznar, que en una entrevista en Antena 3 se declaró dispuesto a regresar a la política ante el desencanto de los votantes del PP con el Gobierno. No acabó aquí la lista de disidentes: en la noche del 23 se unió a ellos Alejo Vidal-Quadras, vicepresidente del Parlamento Europeo, que anunció la irrupción de una “opción electoral” nueva. Si no hay una campaña, se disimula muy bien.
Vidal-Quadras participó en un acto de la asociación Reconversión, de la que es uno de los impulsores y dirigentes, celebrado en el hotel Convención de Madrid para exponer sus propuestas sobre la reforma del Estado.
El primero en hablar fue el catedrático Victoriano Ramírez, que criticó los defectos del sistema electoral vigente y propuso una alternativa. Después, lo hizo el jurista Adolfo Prego, ex vocal del CGPJ, que reclamó la restauración del anterior método de elección de los miembros del Consejo (doce elegidos por los jueces y magistrados) y censuró el ego del tribunal Constitucional, que le lleva a corregir al Tribunal Supremo.
Aplausos
El último en subir al estrado fue Vidal-Quadras, que dio un discurso de cuarenta y cinco minutos interrumpido frecuentemente por los aplausos de las casi 500 personas que llenaban el salón.
El político catalán reprochó a Rajoy que no hubiese ido al Gobierno con los deberes hechos, en alusión a las leyes y medidas que todavía no se han aprobado, y subrayó que los nacionalistas jamás se contentarán con lo que Madrid les dé como competencias nuevas o financiación.
Al final de su discurso hizo el anuncio que había ido insinuando durante su intervención: la situación de España, el desencanto de los ciudadanos, la inoperancia del Gobierno y los planes independentistas de la Generalitat de Artur Mas hacen necesario el nacimiento de “una opción electoral”, cuya misión sea forzar al PP y al PSOE a modificar la Constitución y reformar el Estado: “Sólo si se ven amenazados en sus intereses los dos grandes partidos, aceptarán que el Estado debe estar al servicio de la nación y no la nación al servicio del Estado.”
Incógnitas
¿Cuál será el programa de esa “opción electoral”? Según Vidal-Quadras, si los nacionalistas pueden tener como programa máximo la independencia de sus regiones, y eso se considera democrático, otro grupo de españoles puede tener el programa de recuperar un concepto unitario del Estado, que, añadió, ha sido el modelo vigente durante más tiempo en los dos últimos siglos, desde la Constitución de 1812.
Aunque quedan sin contestar muchas preguntas (¿quién formará ese partido?, ¿cuándo se presentará a unas elecciones?, ¿lo dirigirá él?, ¿convocará a los desencantados del PP?), el primer paso está dado.
Dos preguntas más. Esa “opción electoral”, ¿será el paraguas bajo el que regrese Aznar?, ¿o bien será una piedra más contra Rajoy que robe votos al PP en las elecciones europeas del año próximo y fuerce un cambio de liderazgo?