España

Moncloa ve a Mas en retroceso y al soberanismo, fracturado

Artur Mas ha tenido que ceder ante la firme postura de su compañero hacia la independencia, Oriol Junqueras. No habrá ni lista única ni elecciones plebiscitarias antes de las municipales. Serán en septiembre y con el tradicional formato, es decir, cada partido con sus siglas.

  • El presidente de la Generalitat, Artur Mas, en una visita a Moncloa.

Artur Mas ha tenido que ceder ante la firme postura de su compañero hacia la independencia, Oriol Junqueras. No habrá ni lista única ni elecciones plebiscitarias antes de las municipales. Serán en septiembre y con el tradicional formato, es decir, cada partido con sus siglas.

Moncloa apostaba por la baza de que el presidente de la Generalitat concluyera la legislatura, pero no ha sido posible. La imposibilidad de aprobar los presupuestos y los recelos ante la comisión de investigación sobre el escándalo de los Pujol le han doblado el brazo. ERC le hará estos dos favores a cambio de adaptarse a sus reivindicaciones. Mas aparece más debilitado que nunca, ha debido dar un paso atrás, ha dejado a un lado sus planteamientos y ha llegado a un acuerdo con Junqueras, tras escuchar también a las asociaciones independentistas como ANC y Omnium.

La jugada está preñada de riesgos para Convergencia, el partido en el poder, ya que antes de estas autonómicas se celebrarán unas municipales en las que ERC puede propinarle un severo palmetazo. Muchos ayuntamientos pueden cambiar de color, de acuerdo con los sondeos. No era el calendario que defendía Mas, pero es evidente que no ha sido capaz de seducir con sus planteamientos casi caudillistas a la intransigencia de Junqueras. Está en juego la supervivencia de ambos.

Tres comicios autonómicos en cinco años no hay cuerpo electoral que lo aguante

Pero Moncloa deseaba la continuidad del actual estatus. No se fía de los independentistas de Junqueras y la opción menos inestable consistía en que las cosas siguieran como están, mientras Mas se cuece en su propia salsa. El tiempo jugaba a favor del fortalecimiento de opciones más atemperadas y, por supuesto, al retroceso sociológico del soberanismo, que ya empieza a mostrar señales de debilitamiento.

El horizonte anuncia todo menos estabilidad, un factor que Mariano Rajoy acaba de reclamar en unas declaraciones desde Atenas, en las que subrayaba los riesgos de un adelanto electoral. Tres comicios autonómicos en cinco años no hay cuerpo electoral que lo aguante. La insatisfacción de la sociedad catalana empieza a mostrar señales de agotamiento. El bombardeo mediático de toda la artillería orgánica a sueldo de la Generalitat va a tener que empeñarse a fondo para sacar de nuevo brillo al sueño de la independencia. Ya se vio en el plebiscito apócrifo que el hartazgo empieza a hacer mella.

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