El presidente del Gobierno ha cambiado de criterio y ha decidido sumar a Pablo Iglesias a su ronda de encuentros para formar un bloque de unidad frente al desafío separatista. No estaba previsto que Rajoy recibiera al líder de Podemos, por considerar que se trata de un partido favorable a la autodeterminación en Cataluña y porque varios de sus diputados votaron a favor de Carme Forcadell como presidenta del Parlament. Pero el presidente ha pisado el acelerador y pretende trasladar la idea de que Artur Mas está aislado, adosado a ERC, una fuerza con la que nunca se han llevado bien, y dependiente de la decisión de la CUP, grupúsculo anarquista y antisistema, que defiende a los ácratas que recurren a la violencia callejera.
Moncloa modifica su estrategia sobre la marcha. Tras el encuentro semisecreto con Pedro Sánchez, celebrado el miércoles y comunicado tan sólo una vez concluido, ahora anuncia sus entrevistas con los otros dos líderes de las fuerzas más valoradas en las encuestas y protagonistas, sin duda, del futuro del país después de los comicios de diciembre. La visita de este viernes a las 13,00 horas era el único plan previsto por Rajoy, que ha hablado este jueves con el líder de Ciudadanos. Ahora se comunica que Pablo Iglesias va a ser recibido también en la tarde del mismo viernes en Moncloa, un supuesto que se había descartado. Incluso el líder de Podemos había sugerido al jefe del Ejecutivo que es bueno hablar también con quienes no piensan igual, con quienes pueden aportar otros criterios.
El cambio de criterio desde Monlcoa es trasladar la imagen de que los tres grandes partidos con implantación nacional comparten opiniones y planteamientos ante el reto secesionista
El cambio de criterio desde Monlcoa es trasladar la imagen de que los tres grandes partidos con implantación nacional comparten opiniones y planteamientos ante el reto secesionista. El propio Iglesias, pese a la ambigüedad algo desbarajustada de su formación ante el hecho independentista, siempre se ha mostrado contrario a la independencia de Cataluña y en favor de un referéndum pactado con el Gobierno central. Quizás Rajoy quiera transmitir a sus interlocutores el programa de acción que tiene previsto en el caso de que los secesionistas pretendan seguir adelante con sus planes de desobediencia al aparato de la Justicia y a las leyes del Estado.
Mas, cada vez más tocado políticamente, queda así ante la clamorosa evidencia de una soledad mayúscula, abrochado tan sólo a ERC, la formación que confía en sepultar a lo que queda de Convergència para erigirse después de las generales en la primera fuerza nacionalista de Cataluña, y dependiendo de las CUP, una pandilla antisistema que asusta al tradicional simpatizante de Convergència. Las elecciones de septiembre no han conseguido despejar el panorama en la Cámara catalana, más bien todo lo contrario.
Mientras Cataluña vive los coletazos cotidianos de la rapiña de los Pujol, cada vez más evidente, más descarnada y menos oculta, el proceso empieza a desisntegrarse. Rajoy ha decidido embestir políticamente con lo que tiene a mano. Después de meses de pasividad e indolencia, parece haber asumido severamernte la enorme gravedad del problema. El hecho de que haya decidido recibir a Pablo Iglesias (después de haber sido aconsejado vivamente en este sentido por alguno de sus más fieles colaboradores) es el síntoma evidente de que no va a cejar hasta ponerle freno a la fase decisiva de la marcha hacia la 'desconexión' de Cataluña con España. Medidas políticas, gestos y, paralelametne, iniciativas jurídicas para cerrarle el paso a la deriva separatista, que ha entrado en una fase de absoluto descontrol.
Cataluña vive momentos de enorme incertidumbre, sin gobierno, sin presidente, sin mayoría parlamentaria que permita cerrar una sesión de investidura. Y Moncloa ha decidido, finalmente, redondear la imagen de los tres principales dirigentes políticos reunidos junto a Mariano Rajoy en la Moncloa.