España

Mas echa el freno a las elecciones anticipadas después del fiasco independentista escocés

Temblores en los cuarteles generales del soberanismo catalán. El cimbronazo escocés obliga a un cambio de planes. Ni referéndum, ni anticipadas. Mas se palpa la ropa y Junqueras no quiere autonómicas.

  • El presidente catalán, Artur Mas

El clamoroso, tajante y casi sorprendente 'no' en el plebiscito escocés ha producido un terremoto psicológico en el cuadro de mandos del nacionalismo catalán. A cincuenta días de la fecha de la consulta separatista tanto Artur Mas como Oriol Junqueras se replantean su estrategia. El primero da por hecho que no habrá referéndum ilegal y el segundo pone sordina a sus planes de 'desobediencia civil'. Y ambos confluyen en la idea de que quizás lo mejor sea olvidarse del 'plan B' de Convergència, es decir, adelantar las autonómicas, una opción que en el fondo, a ninguno de ellos beneficia.

Artur Mas se obstina estos días en un juego solitario y algo infantil. El de ocultar la fecha en la que ponga su firma en la convocatoria de la consulta. Quiere ganar tiempo porque sabe que, en el mismo momento en que estampe su firma se pondrá en marcha la maquinaria del Estado para dejarla en suspenso. Los pasos están ya aquilatados, estudiados, elaborados y medidos: Consejo de Ministros, informe del Consejo de Estado y recurso al Constitucional, que tiene fijado pleno para este martes.

El rey y Rajoy, de viaje

Juguetea Mas con las fechas y hasta con los símbolos. Tanto el rey como el presidente del Gobierno viajan esta semana fuera de España para cumplir compromisos de notable trascendencia. Ni don Felipe ni Rajoy han alterado mínimamente sus agendas. El monarca, a la ONU, a la Asamblea de las Naciones Unidas. El segundo, a Pekín, en un desplazamiento de neto contenido económico. Dos citas ineludibles que no han modificado. Un desdén ostensible hacia las triquiñuelas del presidente de la Generalitat, que aspira a pillar con el pié cambiado a los altos poderes de la Nación. Una ingenuidad ya que en el momento mismo en que Mas suscriba el decreto, los ministros se reunirán en Consejo extraordinario bajo la presidencia de Sáenz de Santamaría y darán curso al procedimiento de suspensión del plebiscito. Podrá entonces Mas abundar en la tradicional dinámica del victimismo, y recurrir una vez más la cantinela de que "España no nos permite votar".

Pero el 'factor Escocia' ha producido efectos inmediatos. Un duro revés para los impulsores del independentismo en Cataluña. Una coartada menos para sacar las urnas el 9 de noviembre. Una baza muy oportuna para el Gobierno de Rajoy. Mas y Junqueras han hablado este fin de semana sobre el nuevo escenario, según fuentes de Convergència. Mantendrán la presión hasta la fecha clave del 9-N. El presidente de la Generalitat tiene que guardar las formas hasta el último momento. ¿Y luego? Una vez que el Constitucional suspenda la convocatoria, como se da por supuesto, todas las fuerzas que se alinean en pro de la consulta celebrarán un encuentro para dilucidar los pasos a seguir.

Sondeos decisivos

Hasta ahora Artur Mas deslizaba la idea de anticipar elecciones autonómicas quizás para febrero. En principio tendrían un carácter plebiscitario pero nadie se ha subido a ese carro. El panorama ha cambiado drásticamente. Europa ha aplaudido en forma unánime la decisión escocesa y el nacionalismo ha perdido tirón psicológico. Convergència está de capa caída en los sondeos, Duran i Lleida sigue en sus trece de formar un movimiento nacionalista no separatista y la sombra del escándalo Pujol pesa como una losa sobre la sociedad catalana. ERC tampoco quiere elecciones anticipadas porque, pese a que las ganaría, no alcanzaría la mayoría absoluta. Además, plantificarse ahora en el sillón de la presidencia de la Generalitat implica coger las riendas en unos momentos sumamente delicados para Cataluña. Junqueras pretende dar el 'sorpasso' en las municipales. Esto es, ganar unas elecciones sin el desgaste de los recortes y ajustes que implican las labores de gobierno.

Se desinfla, pues, la convocatoria anticipada con lo que cobra cuerpo el calendario que siempre se manejó en la Moncloa. Es decir, elecciones catalanas después de las generales. Un horizonte algo lejano para un Artur Mas políticamente predifunto y personalmente muy abatido.

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