Los españoles se han acostumbrado a pagar por las bolsas de la compra, incluso aquellas por las que no es obligatorio abonar por ley. Una situación generada a raíz de 2017, momento en el que el Gobierno exigió a los establecimientos cobrar sus bolsas de plástico para disuadir a los consumidores de coger demasiadas, ya que hasta entonces eran gratuitas y no había límite.
La medida surtió efecto: en un año, se redujo un 24% el uso de bolsas de plástico, un hito importante, ya que de media, según datos de Greenpeace, estas se usan entre 12 y 15 minutos pero tardan en degradarse 300 años. Además, la Unión Europea ha fijado el uso de bolsas en menos de cincuenta al año, de ahí las medidas de Moncloa.
Por ello, el objetivo del Gobierno era evitar el consumo innecesario de plásticos de un solo uso, pero con la medida se abrió la veda al cobro de todo tipo de bolsas y se normalizó algo que hasta la fecha era anómalo, ya que ningún establecimiento las cobraba -salvo que fuesen de tela o de un tamaño especial-.
Empresas como Inditex o Mango dejaron hace tiempo de dar bolsas de plástico a sus clientes, ya que ahora son de papel reciclado, pero también las cobran pese a que no les obliga el Gobierno a hacerlo. Las marcas aseguran que esta medida tiene un fin ecológico, pero con el Pisuerga pasando por Valladolid han aprovechado para transformar un producto que le suponía un coste en todo lo contrario: el usuario es quien cubre el precio o, incluso, les permite obtener beneficios por cada bolsa.
Tal y como ha podido consultar este diario con empresas especializadas en la producción de bolsas de papel, el precio de bolsas serigrafiadas tiene un coste de entre tres y seis céntimos, siempre que estas se adquieran al por mayor, lo que reduce el monto por unidad. De este modo, las marcas textiles y grandes superficies alimentarias ya no tienen por qué perder dinero con las bolsas. De hecho, aquellas que las cobran por encima de los diez céntimos obtendrían beneficios donde antes solo había números rojos. Inditex, de hecho, las cobra por ese precio.
Decimos que no tienen por qué perder dinero debido a que algunas marcas utilizan el dinero recaudado para destinarlo a causas sociales. Precisamente la multinacional fundada por Amancio Ortega destina el importe íntegro de las bolsas a diferentes proyectos vinculados a la conservación del medio ambiente. La empresa presume de haber reducido el uso de papel un 47% desde que implantó la medida en cuarenta países y de haber creado iniciativas sociales en veinte países. Estos proyectos, que se desarrollan de la mano de distintas ONG, van desde la conservación del Himalaya hasta el cultivo regenerativo en la India.
Si a la imagen ecologista le sumamos una reducción de costes y que las bolsas siempre se han usado -hoy también- como una herramienta de marketing, la jugada es redonda para los comercios. Estas se han utilizado desde siempre como una forma de pasear el logo de la compañía por las zonas comerciales. una especie de publicidad móvil en el centro de las ciudades y, en algunos casos, un símbolo de estatus.
Para muestra, un botón: en internet es posible encontrar gente que vende bolsas de tiendas de lujo como Chanel, Balenciaga o Gucci por hasta cincuenta euros. Cierto es que estas bolsas cumplen la misma función que cualquier otra, pero la presencia de logos reconocibles las convierten en objeto de deseo. Bolsas que, paradójicamente, sí son gratuitas cuando se compra algún producto en las tiendas.
En definitiva, las bolsas y sus precios para el consumidor se han convertido en una variable muy interesante para las marcas a la hora de cuadrar sus cuentas a final de año.