Portugal encadena año y medio de reformas y programas de ajuste con el fin de cumplir los requisitos de déficit exigidos por el FMI y la Unión Europea a cambio de su rescate. Estas medidas de austeridad, las más severas de su historia, han abierto una brecha insalvable entre clases sociales. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el país luso presenta la mayor tasa de desigualdad en salarios de toda Europa y son cada vez más los portugueses que emigran a Brasil en busca de nuevas oportunidades.
Según datos del gobierno brasileño recogidos por Financial Times, el número de visados expedidos a portugueses se ha triplicado en lo que va de año, mientras que el número total de autorizaciones de trabajo emitidas ha alcanzado ya la cifra de 51.000 personas. Los trabajadores portugueses emigran a su antigua colonia para ocupar puestos en industrias florecientes, como la construcción. El imparable crecimiento económico del gigante sudamericano, que supera el 3%, y la promesa de obtener uno de los mejores salarios del mundo, ponen a Brasil en el punto de mira.
Los que deciden emigrar dejan tras de sí un país golpeado por las medidas de austeridad, con la economía en recesión y una tasa de paro que galopa hacia el 13%. Una situación que agudiza la ya de por sí endémica desigualdad social de Portugal.
Muchas de las medidas de ajuste van encaminadas a elevar los impuestos y modificar el rango de ingresos mínimos para así restringir los beneficios sociales y la prestación por desempleo, lo cual provoca la aparición de lo que las ONG’s denominan ‘nuevos pobres’. Es decir, personas que ganan demasiado como para recibir ayudas, pero no lo suficiente como para hacer frente a hipotecas o al aumento de los precios. Esto las convierte en un segmento de población más vulnerable incluso que el que se encuentra en el umbral de la pobreza.
Las malas perspectivas económicas disparan los recortes
El Gobierno portugués estima que la recesión se situará este año en el 1,6% y aumentará en 2012 hasta el 3%. Este empeoramiento de las perspectivas de futuro, unido al repunte del paro, ha provocado el recrudecimiento de los planes de ajuste pactados en la última revisión del acuerdo de rescate de la ‘troika’.
A cambio de los 78.000 millones de euros que habrá recibido Portugal en 2014 –teóricamente a un interés más ventajoso del que obtendría si buscara financiación en el mercado–, el país se enfrenta a una drástica reducción de empleos en la Administración Pública y a importantes recortes en Educación y Sanidad.
Por una parte, se prepara una disminución del 2% en la oferta de empleo público de la Administración Central, así como de las administraciones locales y regionales y que eliminará 37.000 puestos de trabajo. En total, la plantilla quedará reducida hasta los 600.000 funcionarios, es decir, un 11% de la población activa del país.
En el área de Educación se reducirán costes hasta ahorrar algo más de 380 millones de euros. Para ello, se ‘racionalizará’ la red escolar, bajarán las nuevas contrataciones y se centralizarán las provisiones de material.
La Sanidad pública verá como aumenta hasta en un 20% el número de pacientes atendidos por el mismo médico de familia y de atención primaria y en un 10% en los ambulatorios. Asimismo, se procederá al cierre de servicios de urgencias de determinados hospitales para derivarlos a otros centros de mayor capacidad.
Por último, a estos ajustes se le suma un mayor esfuerzo por ‘flexibilizar’ el mercado de trabajo a través de la rebaja de las indemnizaciones por despido, que pasarán de 30 días por año trabajado a entre 8 y 12 días.
El FMI celebra que Portugal avance “por el buen camino”
El jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional para Portugal, Paul Thomsen, aseguraba a Efe esta semana que las medidas aplicadas por el Ejecutivo de Passos Coelho son “ambiciosas” y que Portugal “está en el camino correcto hacia los objetivos marcados para obtener la consolidación fiscal”.
El pasado lunes, el FMI aprobaba el desembolso del tercer tramo del préstamo acordado en mayo, por valor de 2.900 millones de euros, tras haber revisado el estado de las cuentas lusas. Thomsen calificó las políticas puestas en marcha como “de alta calidad” aunque recordó que la reforma fiscal es un asunto clave sobre el que el Gobierno portugués “debe continuar alerta”.