“Lo único que le hemos sacado internamente en claro a Alfredo [Pérez Rubalcaba] es que en este asunto hay que actuar con responsabilidad”, asegura un veterano dirigente socialista al comentar la tibia respuesta que su partido está dando al ‘caso Bárcenas’, precisamente cuando empiezan a escucharse las primeras detonaciones de la bomba que el extesorero del PP puede tener guardada en una notaría de Madrid. La sospecha de que Rubalcaba ha pactado con Mariano Rajoy el tono del enfrentamiento en los casos de corrupción que salpica a los dos grandes partidos se acrecienta por momentos en las filas socialistas, donde las críticas a su secretario general por la complacencia con la que trata al PP van también en aumento.
Hace cinco meses, el líder socialista exigió la dimisión del presidente del Gobierno, ahora solo pide su comparecencia ante el Congreso
El pasado febrero, cuando el ex diputado del PP Jorge Trias hizo llegar a El País parte de los cuadernos de contabilidad elaborados de puño y letra por Luis Bárcenas, la reacción de Rubalcaba fue rápida y contundente. El líder socialista exigió públicamente la dimisión de Rajoy, le acusó de agravar la “crisis de moral pública” y pidió al PP que le sustituyera por otro dirigente con el argumento de que Rajoy no podía seguir dirigiendo el país en “momento tan grave”. Ayer lunes, conocida la confesión del extesorero al director de El Mundo en la que quedan salpicados el presidente del Gobierno, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal y el vicesecretario del mismo partido, Javier Arenas, uno de los que más han ayudado a Rajoy en su llegada a La Moncloa, la respuesta del PSOE se limitó a la apertura de dos vías de nulo recorrido: la petición al presidente de que comparezca en pleno ante el Congreso de los Diputados y la recomendación a Cospedal de que se querelle de nuevo contra Bárcenas. Ni siquiera Rubalcaba dio la cara ya que lo hizo por él el responsable de Organización del PSOE, Oscar López, uno de los miembros más desprestigiados de la actual ejecutiva.
En el PSOE se sospecha que Rubalcaba y Rajoy aprovecharon el encuentro de junio en La Moncloa para limitar los daños en los casos de corrupción que salpican a sus partidos
Para explicar el “tono bajo” elegido ahora por los socialistas para sacar los colores al PP por el ‘caso Bárcenas’, fuentes del partido se remontan a la entrevista que Rubalcaba mantuvo con Mariano Rajoy en el Palacio de La Moncloa el pasado 20 de junio. En ella, según la versión oficial, ambos acordaron una estrategia común ante la Unión Europea. Sin embargo, en la dirección del PSOE se sabe que en este encuentro, repasaron de forma genérica la situación del país, con altas posibilidades de que entraran también en los principales casos de corrupción que salpican a los dos partidos, el de Bárcenas por un lado y el de los ERE en Andalucía por otro. La sospecha es que pactaron los límites de su utilización como arma de erosión política en un momento en el que la corrupción es el segundo problema para la mayoría de los ciudadanos, según el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Está claro que “hay tongo”, aseguran fuentes del PSOE, perplejas ante la tibieza con la que Rubalcaba está jugando esta partida.
"Está claro que hay tongo", aseguran fuentes socialistas, perplejas ante la tibieza con la que su secretario general está jugando esta partida
Mientras Oscar López comparecía a media mañana de ayer en Ferraz para contar los avances de la conferencia política que el PSOE ha retrasado hasta noviembre, rueda en la que aprovechó para introducir una cuña sobre el ‘caso Bárcenas’, Rubalcaba viajaba a la localidad valenciana de Alzira junto al secretario general de UGT, Cándido Méndez, para hablar sobre la ultraactividad de los convenios colectivos. Este mes, Rubalcaba apenas tendrá ocasión de asomarse por el Congreso, en periodo de vacaciones, salvo que el PSOE logre convocar algún pleno extraordinario, algo altamente improbable. “Al final, puede ocurrir que tanta responsabilidad termine afianzando la creencia popular de que todos los políticos somos iguales”, concluyen las mismas fuentes.